Llega la
Navidad y con ella esos mil detalles que se concretan en unos días para pasar
una noche a la Paz y el Amor del recién Nacido.
En mi
familia siempre recuerdo ese inmenso Nacimiento donde participábamos todos los
miembros de la Familia. Un Belén hecho con figuritas de barro de diversas
épocas porque las que se iban rompiendo por los batacazos y el paso de los años
se reponían por otras más antiguas y frágiles que las de antes. Belén con
espejo y envuelto en papel celofán azul, montañas de corcho que se caían a
pedazos y que eran utilizados como piedras porque en el hogar de mi infancia
todo servía a pesar de perder su originario uso. Luces de colores que cuando se
encendían el primer día se fundían de golpe tres o cuatro mientras las demás se
mantenían para otra nueva Navidad. El árbol era un arbusto que traíamos
directamente del campo y decorábamos con esas bolas de las de toda la vida que
si se caían se rompían así sin más. En lo más alto del Belén un desvencijado
portal acunaba a José, María y el recién Nacido que estaba cobijado por una
escuálida mula y un buey que parecía tener más frío que el mismo Niño Jesús.
Horas y
horas preparando el Belén Familiar al canto de los villancicos de siempre, de
las tortas de Navidad que se hacían en tales cantidades que mi madre incluso
las guardaba en cajones y todos sin excepción tomábamos una copita de anís. Si éramos
niños nos mojábamos los labios y los mayores la cantidad era más generosa.
Eran unos
tiempos donde todo era más normal, más natural, más íntimo y familiar. Eran
unos tiempos en los que el Niño se ponía en su cunita de paja por las manos de
mi padre que horas antes había llegado a casa directamente de Comisaría que no
sé por qué era uno de los días que más trabajo había.
¿Cena de
Nochebuena? Un caldito bien caliente y mucha alegría. Mazapanes, polvorones y
Misa del Gallo. Después villancicos alrededor del Niño que recién nacido necesitaba
el calor de nuestros propios corazones.
Comida de
Navidad en Familia con el lujo de la carne mechada que hacían mi madre y mi tía
a la que todos llamábamos Tata. Y tortas de Navidad con copitas de anís que
como ya dije los niños nos mojábamos los labios y los mayores apreciaban su
sabor.
No recuerdo
mucho a mi padre pues murió siendo yo demasiado niño y mis hermanos demasiado
jóvenes pero la Navidad de mi infancia siempre tuvo color azul y verde.
Si tuviera
que enviar una postal para felicitar las fiestas serían el dibujo de un portal
de los de antaño con dos colores: Azul y verde. Azul policía, como mi padre y
como tantos como mi padre, y verde Guardia Civil a los que tanto queríamos y
queremos en mi familia desde siempre.
Dicen que
cuando María en avanzado estado de gestación y José llegaron a Belén y le
negaron posada cuando lo instalaron en esa fría cueva a modo de desvencijado
portal, abandonados a su propia suerte algún vecino que vio la escena “llamó” a
la Guardia Civil y este a la Policía y que al rato se presentaron delante de
Jesús. Ellos que iban a inspeccionar, a ver que todo estaba correcto, para
ayudar ante una difícil situación se encontraron con la mirada de Amor,
Misericordia, Perdón, Entrega y Servicio de un bebé que era el mismo Dios. No
saben ni cómo ni por qué se arrodillaron ante Él pues sabían que ese pequeño niñito cambiaría
el mundo y que su Amor llenaría de bien a todos.
En las horas
posteriores regularon y cuidaron para que todos los pastores venidos de
cualquier lugar cantaran a ese Niño canciones de Navidad. Al enterarse los tres
Magos de que en Belén había nacido Jesús y que allí estaban un Guardia Civil,
un Policía Nacional y otro Local le encomendaron que los representaran y les
hicieran llegar tres presentes: El oro de la Sangre, la mirra de la Entrega y
el incienso del Honor que caracteriza a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado.
Ese año en
Belén,
Nació el
Niño,
para volver
a traer,
Paz, Amor y
Cariño.
Dicen que
ese año,
Jesús
sonreía,
dicen y no
me extraño,
del Amor que
desprendía.
Abrigado y
protegido,
pastorcillos
por mil,
la Policía
lo ha asistido
y también la
Guardia Civil.
Con este mi
portal verde y azul os deseo a todos una Feliz Navidad y un próximo 2017 lleno
de lo mejor.
Con un
fuerte abrazo,
Jesús
Rodríguez Arias
Nota: Nos
volvemos a reencontrar el próximo 13 de enero cuando vuelva abrir mi ventana
tras pasar estas preciosas fiestas navideñas.
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