Dicen que
cuando nacemos somos elegidos y que algunos les toca vivir de una manera y
otros de otra. Sin lugar a dudas fui elegido entre varios iguales que yo pero
como me decía siempre mi “papá”: ¡¡Tú tenías madera desde pequeñajo!!
Lo recuerdo
como se acercó a mi cuando estaba en mi particular cuna junto a otros tan
chiquititos como yo. Me tocó suavemente, sentí su calor y olor que no se me ha
ido en la vida y aun ahora que ya cuento con mis añitos soy capaz de
distinguirlo.
Lo vi alto,
fuerte y joven. Hola Truhán, ¿Sabes quién soy? Me dijo con su voz potente
aunque suave, llena de esa dulzura que siempre le ha caracterizado.
Yo lo miré y
me dije para mi mismo: ¡Es mi papá!
Con él fui
creciendo, con él fue aprendiendo mucho, con él me hice mayor y con él vivo
estos momentos de justo descanso, de mesurada tranquilidad.
Un día llegó
y me dijo: Truhán, ya eres todo un
Guardia Civil.
La verdad es
que lo había sido desde siempre pues he estado rodeado de esos ángeles de verde
que son capaces de entregar sus vidas por la de los demás. Creí serlo desde
pequeño y ahora sabía que ellos también así me consideraban.
Me
instruyeron en la difícil misión de localizar a personas, me hicieron saber de
que mi labor además de importante era vital, me enseñaron a ser el mejor pues
siéndolo podría salvar muchas vidas.
No tuve lo
que llaman “juventud” pues desde muy temprano fui instruido, me formaron para
lo que he sido y lo que soy aunque ahora ya lo veo todo con otros ojos pues mi
cuerpo está vencido, mis huesos no me responden como antaño.
Debo decir
que “mi papá” era muy recto en sus enseñanzas porque sabía lo que todos nos
jugábamos. Recto no quiere decir violento pues siempre supe de su bondad, de su
cariño, de su entrega y de su “predilección”.
¡Es el
primer Guardia Civil que se llama Truhán! Decía con esa simpatía suya que tanto
le ha caracterizado y yo lo miraba con los mismos ojos que hoy miro estos
recuerdos. Ojos de gratitud y amor.
No os puedo
decir lo que sentía cuando con un chaleco verde con el nombre de la Guardia
Civil me dieron la primera misión.
Encontrar a un niño que se había perdido en el bosque. Me eligieron a mi porque
era joven y por lo tanto muy rápido, porque estaba muy bien entrenado y dicen
que por que caigo muy simpático a todos los que conmigo se cruzan.
Fue difícil
subir esos escarpados montes en medio de una nevada, fue muy peligroso para los
que a cierta distancia me acompañaban, fue temerario cuando llegué al lugar
donde Jaime se encontraba que evitó morir congelado gracias a esa cueva y a sus
propias lágrimas.
Sentí que
estaba frío como la propia nieve cuando se abrazó a mí, le di todo el calor que
desprendía mi cuerpo mientras avisaba de que lo había encontrado, de que estaba
junto a mi y que vivía.
Todavía
recuerdo la emoción de sus padres, sus hermanos, cuando llevamos a Jaime a un
lugar seguro. Recuerdo las palabras de gratitud y cariño hacia mí que lo había
encontrado y sobre todo recuerdo la mirada llena de orgullo de “mi papá”. ¡Ya
eres un Guardia Civil Truhán, un Guardia Civil!
Después han
habido muchas misiones, muchos peligros, muchos miedos, mucho dolor y muchas
lágrimas de alegría y también de tristeza que de todo ha habido.
Es muy duro
encontrar a una persona que no ha podido sobrevivir, lo es más el ver esa
insalvable tristeza de sus familiares que aunque habían perdido toda ilusión
por encontrarlo vivo siempre se mantiene esa última esperanza.
He estado en
accidentes de avión, trenes, carretera. He asistido a grandes catástrofes, he
visto la muerte de muy cerca, he sentido perder la vida de alguno cuando aún
creía tenerla.
Hoy ya hace
un tiempo que me llegó la jubilación, dicen que justa aunque pienso que todavía
podía dar más de mí. Me falta ese “olfato” que se fue degastando por los años
hasta dejarme más como un elemento decorativo que otra cosa.
Recuerdo
poco antes de que me jubilaran que llegó un nuevo operativo, había que ponerse
todo el dispositivo en marcha. Yo, como era habitual, me puse al lado del
sargento dispuesto para hacer mi trabajo que en verdad era mi vida. El cabo le
dijo al sargento que irían todos menos el guardia civil Truhán que ya estaba
demasiado mayor para tan difícil misión.
Ahí
comprendí que mi jubilación era inminente. Al poco llegó la orden de mi pase a
reserva y me sentí muy triste, sentía que había muerto en vida pues desde que
tengo memoria he sido guardia civil en el operativo de rescate.
Un día vino
un señor muy encorbatado junto a Coronel y me impusieron una medalla con la
cual me agradecían tantos años de servicio, tantas vidas salvadas. Había
participado para dar tranquilidad a muchos tanto en la vida como en la muerte.
Hoy estoy
aquí sentado. A decir verdad es que me duele todo el cuerpo y ya he sido
operado dos veces pues casi no puedo andar bien. Atesoro alguna que otra
cicatriz, mi vista no es la de antes y mi olfato cada vez menos. Soy un
venerable Guardia Civil, un ejemplo para los que empiezan, un recuerdo para
tantos.
Si algo
recuerdo es el cariño y el orgullo que me tenía “mi papá”. Se nublan mis
cansados ojos con solo recordarlo. Eso tiene la vejez que te hace más sensible
que lo que uno querría. No tuve tiempo de crear una familia pues estuvo
dedicado al cien por cien a mi vocación. Sí, recuerdos que se agolpan en mi
pecho hasta hacerme incluso llorisquear.
Pero ese
cariño y ese orgullo que siempre sintió por mí es el que siento cada vez que
aparece por la puerta de casa y salgo a la puerta a recibirlo. Él también está
más mayor, más cansado. Él tampoco creó una familia pues siempre estuvo
dedicado a su servicio y es que al final estamos hecho tal para cual.
Lo espero firme,
expectante, manteniendo el tipo como puedo y mi corazón estalla en felicidad
cuando oigo su poderosa voz que me dice: ¿Cómo está mi Truhán, el mejor perro
de la Guardia Civil que existe?
Jesús
Rodríguez Arias
Me parece precioso este texto pero también me parece preciosa la historia todo mi cariño y mi agradecimiento a Truhán y a su "papa ", os quiero amigos
ResponderEliminarEs una historia maravillosa! Gracias por tanta dedicación y ayuda! Muchos besos a Truhán y a su papa! Viva la guardia civil y Viva la guardia civil canina!!
ResponderEliminarMaravilloso texto, gracias por darle ese cariño q tanto se merecen estos increíbles animales hasta el final de sus días, felicidades.
ResponderEliminarDebe de ser emocionante trabajar en rescates.
ResponderEliminarReconozco que a veces me gustaría ser perro.
Precioso
ResponderEliminarPreciosa historia. Truhán se merece un retiro muy feliz
ResponderEliminarMi enhorabuena por el excelente trabajo, pero sobre todo al "papá" de Truhan, que hizo posible que éste se jubilara de su profesión pero no lo jubiló de su vida, y permitió que continuara por siempre a su lado. Disfrutad los dos de la compañía
ResponderEliminar