viernes, 25 de noviembre de 2016

LOS CONOZCO DE TODA LA VIDA...




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Los conozco de casi toda la vida así como a él, a su único hijo, con el que he compartido juegos, peleas, enamoramientos, vivencias y tantos sueños donde se proyectaban nuestras esperanzas.

Carlitos fue siempre ese chico inquieto, avispado, que se interesaba por todo y también por todos. No era difícil el verlo llevar las bolsas de la compra a Doña Hortensia o ayudar a la Señora Francisca a contar las monedillas en la tienda de Encarnación.

Fue ese niño que parecía algo más mayor y ese joven que siempre tuvo alma de niño.

Carlos y Ascensión, sus padres, eran y son buenas personas. Él trabajaba en la fábrica desde que empezara como aprendiz hace tantos años que ni se acuerda mientras Ascen cuidaba de Carlitos y Rosario que eran sus dos hijos de su alma y sus entrañas. También vivía en la casa familiar Doña Rosita, madre de Carlos, que había enviudado cuando era demasiado joven para incluso conocer la vida. Carlos es su único hijo varón porque su hija es Ascen que la quiere y cuida como la suya propia.

Carlitos y Rosario estudiaron en el mismo colegio que todos en el pueblo aunque la niña quería enfocar su vida en curar a los animales y lleva unos meses estudiando en la ciudad para veterinaria.

Carlitos, mi amigo, siempre quiso ser lo que quería ser y por eso su entregada preparación.

No, no había mucho dinero en casa y eso hizo que tuviera que empezar a trabajar en la fábrica para poder pagarse las clases, el temario y sacar los distintos permisos para conducir hasta más de lo que le exigían.

Carlos y Ascen estaban orgullosos por igual de sus dos hijos: Uno sería lo que él quiere ser y la otra veterinaria...

Para eso ha estado él trabajando toda su vida mientras Ascen además de cuidar de los niños y su madre echaba unas puntaditas en el taller de Juana que tenía más trabajo desde que la fábrica le encomendaba la elaboración de todo el vestuario del personal. ¡Ni qué decir tiene que su uniforme y bata parecía que estaban hechos a medida!

Nunca fueron de viaje si viajar se llama a salir del pueblo para ir a la costa cuando se casaron. No hubo mucho dinero en casa pero si había felicidad, cariño y amor que son cosas que no se compra ni con todo el oro del mundo.

Los valores que les inculcaron a sus hijos fueron los del sacrificio, la constancia, el servicio, la entrega, la generosidad...

Son los valores que de siempre le inculcó su madre Rosita y que su padre, del que casi ni se acuerda pues murió cuando apenas tenía los dos añitos de vida, le dijo que se los transmitiera.

Su vida no había sido fácil pues era huérfano de casi siempre, con una pensión raquítica, con una madre trabajando a destajo hasta que él entró en la fábrica gracias a Don Demetrio, que era el párroco de la Encarnación por aquél entonces, y que habló en persona con el director el día que cristianó a su tercer hijo.

¡Qué vida más dura! ¿Pero alguien dijo que esto iba a ser fácil?

Hoy cuando ya ha rebasado ampliamente la cincuentena ha llegado todo lo alto que ha podido y tiene a 15 a su cargo. ¿Quién se lo iba a decir?

En casa siempre encontró comprensión, cariño y un apoyo inaudito de una mujer extraordinaria que sacaba donde no había y que siempre tenía una solución para todo sin perder nunca la sonrisa.

Hoy me lo he encontrado, iba preocupado porque Carlitos se presentaba a la última prueba. La definitiva.

¡Ha estudiado y se ha sacrificado mucho! ¡Se lo merece!

Pero en este tipo de partidos también juega la suerte.

Fueron días de incertidumbres, de no saber qué hacer, fueron días en los que vi a Carlitos preocupado que no triste y más serio de lo que en él es normal. Esta situación también la vivían en casa Carlos, Ascen y Doña Rosita. Incluso Rosario allá en la ciudad estaba más preocupada por Carlitos que por su examen.

Ese día lo vimos salir y coger el coche pues daban los resultados definitivos. Nadie le quería preguntar pues cuando algo se espera tanto da miedo hasta de las buenas noticias.

Volvió a casa unas horas después y venía muy serio. ¡¡Todos nos temimos lo peor!! No cabe duda que tendrá que seguir intentándolo.

Hasta Carlos decía por lo bajo que las alegrías llegan muy poco a poco a la casa de un pobre.

Abrió la puerta, en la salita estaba toda su familia menos Rosario que no podía dejar de asistir a la universidad con lo que le había costado que le dieran la beca, y yo que siempre me distinguió con un trato superior al de amigo. Parecíamos esa imagen de anuncios de Navidad donde solo falta el turrón.

Resultado de imagen de academia guardia civil baezaNadie preguntó nada, no había valor ni fuerzas para hacerlo, y entonces él dijo serio, deteniendo cada gesto y respiración, en medio de un silencio lleno de temores y demasiado amor: ¡¡Ya soy Guardia Civil!!

Desde entonces lleva ya unos meses en la Academia preparándose para ser un Guardia Civil siéndolo ya. Cada vez que habla con sus padres o conmigo es un mar de dudas pues un día te dice que quiere estar en la marítima u otras donde Dios quiera aunque al final pienso que sus pasos van dirigidos a la Seprona pues él es muy de campo, muy de naturaleza, muy de salvarguardar a los animales. En esto se parece Rosario, su hermana, que estudia también a destajo para ser algún día veterinaria mientras Carlos pasea del brazo de Ascen pensando con orgullo que por fín Carlitos iba a ser Guardia Civil como lo fue su abuelo y como le hubiera gustado serlo él si su padre no hubiera muerto tan joven salvando la vida de unos chicos que se habían perdido en la monte.



Jesús Rodríguez Arias

La foto que encabeza este artículo es creación digital Manuel Sanvicente como homenaje a la Guardia Civil.

martes, 22 de noviembre de 2016

ROPASUELTAS: DE LA "CIFU" AL "NIÑO" SÁNCHEZ, DEL IGLESIAS A TERE DE KICHI Y VICEVERSA PASANDO POR EL CRETINO DEL FLEQUILLO.



Dicen que en los próximos días el “Niño Sánchez” empezará su gira para presentar su nuevo trabajo: “Soy el que era, no el que soy”.

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Esta estrella fugaz que lo mismo se va a playas de lujo en Estados Unidos, esconde una urna para votar “democráticamente” sin censo ni nada, que dimite por “dignidad” tanto de la secretaría general de los socialistas y también como diputados, que es tan querido por los ropasueltas así como el necio de Rufián, que apoyó decididamente a Hillary Clinton para que fuera presidenta y al cual Trump le tiene un agradecimientos más allá de cualquier límite entendible, ese que presume de “autoridad moral” menospreciando a sus compañeros, que no cree en España y menos en los españoles va a coger carretera y manta para vender las “bondades” de un proyecto que nadie sabe cual es y que en definitiva no se identifica con los socialistas sino que es más bien cien por cien ropasuelta.

Y es que de ropasueltas estamos rodeados.

Resultado de imagen de luces navidad caserasPor ejemplo cuando llega la Navidad, celebración eminentemente religiosa y cristiana, los ropasueltas se revuelven cual “niños del exorcista” y no tienen más remedio que joder la marrana que no a la marrana pues entonces serían ellos mismos.

En Cádiz el Kichi de Tere ha decidido que las luces solo se instalen en las plazas dejando las calles sin ninguna iluminación extraordinaria perjudicando no solo la llamada a estas fiestas sino las ventas propias de los comerciantes.

En Madrid la Yaya no quiere poner ningún Belén por respeto a los que no tienen las mismas creencias que la inmensa mayoría de los madrileños. El respeto ropasuelta es lo más sui generis del mundo porque el respeto es para mí pero lo tuyo es una agresión al resto.

A los ropasueltas así como a los “retroprogres” que se hayan instalados en la eterna culpabilidad hacia todo lo que tenga que ver con el “heteropatriarcado” habría que preguntarle si cuando se ponen banderas como las del orgullo gay, apoyan con su presencia las fiestas como las del ramadán o eliminan en cuanto pueden la bandera de España y ningunea a todo lo cristiano y más a lo católico le faltan el respeto al resto o es que todos somos apátridas o de otros géneros de dudas.

Sí, veo al “Niño” Sánchez como una nueva imagen para los ropasueltas ya que Er rejón está de círculo caído, Julito está amortizado y a Pablo no paran de salirle mareas por todos lados.

Resultado de imagen de circulo camara fotograficaConozco a un declarado ropasuelta que ha estado en todos los partidos políticos y que ahora ejerce de lo que siempre fue en realidad. Amigo actual del feminismo radical, de lo igualitario y del laicismo en estado puro cuando es fotógrafo de bellas modelos femeninas ataviadas con sugerentes ropas, con una cuenta bancaria que ya quisieran algunos y con una colección de medallas de hermandades y devociones en el ropero que ni una beata.




También hay ropasueltas,
que parecen no lo son,
de la CUP o ERC,
o el mismo Puigdemont.

De Alsasua, la Corporación,
de Navarra, el Parlamento,
eterna contestación,
de los caras de cemento.

Y también para mí tiene esa categoría Cristina Cifuentes, presidenta de Madrid, de la que no espero nada pues conozco su trayectoria de antiguo y sé por dónde respira.

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Dicurso ocurrente,
insultar a Andalucía,
nadie que sea decente,
insulta a la tierra mía.

Doña Cristina se ha creído,
que insultando se gestiona,
la imposición es su sitio,
y eso nadie lo cuestiona.

Para la Señora Cifuentes, gran valedora de las leyes a favor del lobby gay, todos los que no opinen como ella se merecerían una multa que es la postura propia de todo ropasuelta.

No le gusta el sudor,
las chanclas y camisetas,
ni la mierda ni el hedor,
pero es también ropasuelta.

Para los jerarcas catalanes la culpa es de “Madrit” y para los que gobiernan la Comunidad donde está la Capital del Reino los culpables son los andaluces que vivimos por sus impuestos. Lo mismo que critico a Puigdemón que Más me da, si critico al Er rejón, a Tere de Kichi y Kichi de Tere lo mismo critico a la Cristina Cifuentes.

Cuando vengas a Andalucía,
y vayas a la playa,
Cristina échate cremita,
que eres blanquita de cara.

Y para terminar nuestra Tere de Kichi, la de la patria dentro de la patria, prefiere las mareas al mar plácido y en calma mientras Iglesia aporrea la mesa y se da piquito con la Bescansa que es una ropasuelta pero, como muchos, bastante millonaria.

Para Cádiz una bombilla,
que no cuesta ni un real,
vamos a pedirle a Cristina,
a ver si nos la quiere regalar.

He estado un tiempo sin escribir de los ropasueltas y todos los días me dan motivo para ello aunque he preferido descansar, como si estuviera en un balneario, porque su tufo me llegaba al cuello.

Dos cosas más para terminar:

Resultado de imagen de zapata acojonaoEl acojonado concejal madrileño, nieto de la Yaya, conocido como Zapata ha sido absuelto porque sus tuits son, según la justicia, humor macabro. No sabía que este petardo tuviera humor porque macabra es su jeta y nadie le dice nada.





Y por último que nunca se nos olvide que quien mantiene a los ropasueltas haciendo y deshaciendo en Cádiz son los seguidores del cretino del flequillo que lo critican algo y lo apoyan en todo.

Cádiz no paga traidores,
a Cádiz habéis traicionado,
Fran y sus colaboradores,
ropasueltas y mamarrachos.


Jesús Rodríguez Arias

viernes, 18 de noviembre de 2016

"HUMOR MACABRO".


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"Humor macabro" es como han denominado el tribunal que ha absuelto a Guillermo Zapata que es ese tipo muy conocido "en su casa a la hora de comer" y por escribir unos tuits como los que han sido juzgados en la Audiencia Nacional tras demanda de "Dignidad y Justicia" y que según los jueces y fiscales solo se trata de "macabro humor".

"Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcasser para que no vaya Irene Villa por repuestos". ¡Muy gracioso! ¿Verdad?

Esperen que este tipejo se ha lucido con lo que escribió en su tiempo:

"¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600?: En el cenicero". 

Todavía no acaba el repertorio de tan macabro humorista según la justicia española.

"Rajoy promete resucitar la economía y a Marta del Castillo".

Aparte de que a mí la sentencia me crea desazón pues no todo puede valer y consentir, aparte de que algunos piensen que el burlarse del y con el dolor ajeno es una gracieta, aparte de que este miserable cobre del erario público gracias a su cargo y responsabilidad como concejal ropasuelta de Madrid al cual no se le conoce ni se le puede atribuir ninguna gestión, aparte de que alimente odio, rencor, bajeza, estiércol por las redes y las comparta con todos, aparte de que piense que en vez de sangre lo que corra por sus venas es pura mierda y eso no es humor macabro sino escatológico, aparte de que en mi consideración personal una ladilla tenga más relevancia que él, aparte de todo eso considero que es un cobarde, un miserable, un ladino, un memo en grado sumo, un arribista del dolor que es capaz de escribir lo que piensa y vomitar lo que dice sin escrúpulo alguno.

Lo mejor del juicio fue el ver su cara de "acojonao" y lo peor no es solo la sentencia sino la sensación de desamparo que en este caso nos ha ofrecido la justicia.

Humor macabro es lo que debe pensar el Ayuntamiento de Alsasua de la salvaje agresión de unos admiradores radicales de sangrientos asesinos cuando propinaron una brutal paliza a dos guardias civiles y a sus parejas.

Humor macabro es lo que deben pensar los socialistas navarros, los proetarras y los podemitas ropasueltas cuando han condenado la acción de la justicia con los propinadores de la paliza, los mierdas y cobardes que se defienden sus mezquinas ideas con los puños, tiros, bombas y zulos donde tantos Policías, Guardia Civiles, militares, funcionarios, españoles han sufrido en sus carnes.

Si, se va a poner de moda esto del humor macabro para que tantos hijos de puta actúen con impune vileza y esto es humor jocoso pues no considero que las madres de estos menesterosos lo sean porque ya tienen muchas de ellas suficiente con haber engendrado al mismo demonio.

Ah, y Guillermo Zapata además de concejal es...

Bueno, no utilizaré el famoso chiste del concejal en Cuenca porque no me gusta ensuciar a las mismas mierdas con personajes de tan baja catadura moral y de tan inmensa caradura que lo digo tal lo pienso y escribo con "animus iocandi", no vayamos a pensar mal.

Jesús Rodríguez Arias 

viernes, 11 de noviembre de 2016

¡¡ME HALLO TAN PERDIDO!!






¡No sé cómo ha podido ocurrir! ¡Con los años que llevo en esto! Pero un tropiezo, una caída, un mal día, lo tiene cualquiera pensaba a modo de consuelo mientras sentado a la ladera de un monte esperaba que alguien viniera a rescatarlo.

“Si siempre he venido acompañado tal y como todos aconsejan, pero esta vez no, no podía esperar a los demás, los nervios que es eso que ahora llaman estrés me estaban quemando por dentro, tenía que salir, poner camino y tierra por medio y alejarme de la vida que me ha tocado o he elegido”.

¡Qué de negrura pasa por el pensamiento cuando uno no puede hacer nada más que pensar! Cuando se está bien se suele disfrutar del pensamiento, de ese grado de libertad que has buscado y encontrado allá donde casi nadie llega o donde los buitres planean a ras de nuestras cabezas. Pero cuando se está mal, se tiene miedo o ambas cosas y que negro se ve todo...

Iba paseando, había algunos riscos que tenían su aquél aunque yo siempre he estado muy bien preparado. Era una zona alejada, que había que subir con cierto desnivel, pero cuando se llegaba al final, a la cima de esa particular montaña se veía el cielo a distancia de la misma vista.

Empecé temprano para evitar las horas de calor, si las hay en este gélido día o eso a mí se me parece, y también para estar prontito en el pueblo donde la buena de Gregoria, la tía de Antón, mi amigo de la infancia, seguro que tendría preparada esa sopa suya que nadie es capaz ni siquiera el compararla.

Nací en ese pueblo hace ya tantos años que ni me acuerdo. Marché cuando empecé con los estudios y una vez terminada la universidad me coloqué de profesor donde, como la Piquer, he paseado mi maleta por media España. En uno de esos lugares donde estuve un tiempo más largo de lo normal el amor tocó a la puerta y en menos de tres años estaba casado con dos hijos en el mundo.

Natalia, que así se llama mi mujer, siempre me decía que algún día le gustaría conocer el pueblo de mi infancia pues ella siempre había sido de ciudad que con los años la estaba hartando mucho.

Natalia y Emilia son dos jóvenes ya que están buscando sus vidas. Nuestras hijas van a la universidad y mientras la mayor quiere ser médico, la segundo que es la que se parece más a mí quiere ser maestra de pueblo.

Mi padre Ambrosio murió hace tanto que no logro ponerle cara. Murió en el campo una mañana calurosa del mes de agosto mientras segaba la tierra con Rizos, la buena mula que siempre lo acompañó en las labores de labranzas.

Mi padre Ambrosio murió joven para lo que hoy decimos mayor pero con demasiados surcos en la piel y el corazón pues desde que le habían diagnosticado esa enfermedad coronaria que al final lo llevó a la tumba no volvió a ser el mismo.

Mi madre Elena siempre se encargó de todo en casa y también ayudaba a padre en el campo así como a sus ocho hijos. Menos mal que vivíamos con Gregoria, nuestra tía, que se encargaba de la cocina y hacía la mejor sopa que haya conocido y las croquetas de “lo que había” que con su toque las convertía en un auténtico manjar.

Cuando murió padre me mandaron a un internado pues no se podían hacer cargo de tantos hijos con tan pocos ingresos.

¡Cuánto eché de menos mi casa, mi pueblo, mis hermanos, mi madre, a la tía Gregoria, a mi inseparable amigo Ernesto pero sobre todo a padre, a padre sobre todo!

¡Lo admiraba tanto! ¡Y se fue sin poder decíserlo! ¡Nunca tuve tiempo y ahora que lo tengo no está aunque las palabras las tengo grabadas a fuego en esa parte del alma que nunca olvida, que nunca pasa!

¿Qué será de Natalia? ¡Seguro que está preocupada por mí! No he llegado a la hora prevista. Mira que siempre me acompaña pero hoy se levantó con destemplanza y preferí irme a dar el paseo solo. ¡Maldita sea mi estampa!

Una raiz seca que no ví, unida a esa piedra que resbaló bajo mis pies y que yo ya no soy el chaval que siempre he pensado que era hizo que me cayera con una mala postura, me doblara la pierna y que no pueda rozar el pie porque el dolor, que es mucho, me llega a vencer.

Y aquí estoy pensando negruras, repasando mi vida, con la montaña como paisaje, los buitres planeando cerca que hasta las escucho, el viento cada vez más frío rompiendo en la roca gris y ese venado que me mira con total confianza a pocos metros.

¡Estoy preocupado por esos que estarán preocupados por mí! ¡Seguro que ya han llamado a los servicios de emergencias pues sabían que hoy quería dar un paseo precisamente por aquí! ¡Aguantaré estoicamente la vergüenza de lo que me tengan que decir con toda la razón del mundo! Aguantaré, pero ojalá me encuentren pronto pues el miedo, el frío, el dolor van quebrando mi ánimo y la verdad es que a cada instante me encuentro peor.

Natalia está haciendo el MIR y se va decantando en su especialidad. Está contenta, se ha integrado bien al hospital, a la ciudad y a las compañeras del piso. Natalia, gracias a Dios, se parece mucho a su madre.

Emilia está ahora en segundo de carrera y sueña con venirse al pueblo de su padre a dar clases. ¡Qué feliz es ella aquí cuando solo lo conoce de algunas vacaciones o fechas claves! ¡Qué bien se conoce a todo el mundo y como la quieren!

Siempre le digo a Natalia, su madre y mi mujer, al final nos vemos aquí a lo que ella me contesta con una alegría en la mirada: ¿Hay algún sitio mejor?

Yo soy muy de mi padre y los valores que él me inculcó son los que he ido enseñando a mis hijas así como a los miles de alumnos que han pasado tras más de 30 años trabajando. Me queda uno para jubilarme y desde hace dos me han “retirado” de las aulas porque el claustro me ha elegido director. He cambiado la frescura de esa juventud ávida de todo por las reuniones, “burrocracia” y lo que ahora llaman los cursis “relaciones institucionales”.

Bueno, me queda un año para jubilarme si es que son capaces de encontrarme.

¿Qué pasa? ¿No vuela ese buitre más alto y a más velocidad? ¿Dónde está el venado que tan plácidamente me miraba mientras comía lo que había en el suelo?

Oigo un ladrido y la piel se me eriza. ¡¡Lobos!!

No, al final veo a perros con sus chalecos verdes que ponen Guardia Civil. Llegan a mi, me olisquean, empiezan a ladrar tan fuerte que toda la montaña los pueden oír. Aparecen varios miembros de la Guardia Civil mientras comunican: ¡¡Localizado!! ¡¡Está vivo!! Necesitamos un helicoptero porque está herido y dan las coordenadas.

El que llega hasta mí no es joven del todo y tiene unos galones. Me sonríe y me pregunta si estoy bien.

Yo, balbuceando entre el miedo y la emoción, les digo que lo siento mucho, que por una imprudencia...

Él me pone sus manos en mi hombro y me dice que no tengo para nada que preocuparme, que la Guardia Civil está allí para ayudarme, para salvarlo, que no hay nada que reprochar pues con el tiempo que lleva usted aquí ya ha tenido tiempo de reprochárselo, arrepentirse y aprender con un tipo de lección que nunca olvidaré.

Me pide que espere un poco más, mientras examina mi herida y da una serie de instrucciones.

Ya me encuentro bien, seguro, feliz y lágrimas de emoción humedecen mi cara cuando me dice que le han dado la noticia a Natalia y a las niñas así como a todo el pueblo que se habían puesto todos a una para buscar a Rafael, el hijo de Ambrosio, que no ha vuelto hace horas porque seguro que le ha pasado algo en el monte.

Miro a ese horizonte que todos tenemos y doy infinitas gracias por esos ángeles de verde que dan sus vidas por la de los demás y también porque con este percance he pensado en mi vida, en lo que tengo y a quienes tengo a mi lado y lo he hecho sin negrura sino con verdadera gratitud.

¡Tranquilo, ya está aquí el helicoptero!



Jesús Rodríguez Arias

viernes, 4 de noviembre de 2016

ERNESTINA.



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“Cuando el río suena agua lleva” pensaba de dentro para fuera la abuela Ernestina ante cualquier situación que le pasara frente por frente.

No, no era mal pensada sino que la vida a modo de caídas le había enseñado mucho más que toda la sabiduría andante del bueno de su padre al que todos en el pueblo lo tenían como un erudito.

Ella había crecido en una familia numerosa y gracias al puesto de secretario su padre que compaginaba entre el Ayuntamiento y el Gobierno Civil pudo al menos sobrevivir.

Como sus hermanas se instruyó en el Colegio de las Monjitas, que era como se conocía al único que había en el lugar. Guardaba grandes recuerdos del mismo y sobre todo de Sor Adoración que era muy recta en las cosas del saber y muy dulce en el trato. Nunca entendió eso de que “la letra con sangre entra” porque ella pensaba que en la confianza y de encender en el alumno la lámpara por el conocimiento no hacía falta derramar sangre pues ya era mucha la que había absorbido la tierra con tantas guerras y batallas.

En el pueblo se conocían todos y a su vez eran todos como una pequeña-gran Familia donde las tristezas y las alegrías se compartían. Sí, Ernestina aprendió a compartir desde antes de nacer pues en casa sus padres nunca tuvieron nada suyo y los vecinos del pueblo se entregaban a esa preciosa misión de ayudarse unos a otros. Allí cuando se tenía se compartía con todos y cuando no se tenía todos compartían contigo.

Por aquél entonces en la parte más alta y también más despoblada estaba el pequeño Cuartel de la Guardia Civil y junto a él la Casa.

El Cabo Mesa tenía a su cargo a tres agentes más: Luciano, Vicente y Juan que todos conocían como el recién llegado y que no tendría más de 22 años.

Era costumbre en casa de Ernestina ir todos los domingos a Misa. Era normal ver al Padre Don Marcelo con su rotunda voz se dirigía a sus fieles desde el púlpito. Allí conoció a Juan, el joven y apuesto Guardia Civil, que se solía sentar en el último banco, como si no quisiera molestar, y arrodillarse frente al Señor con su verde uniforme. Siempre fue Juan un hombre de fe que no le faltó ni siquiera en los peores momentos.

Como el Cabo Mesa era muy amigo de mi padre cuando se lo encontró nada más salir de Misa le dijo que le esperaban en el bar de Fulgencio para tomar unos vinos. Le dijo que hoy le acompañaría Juan que acababa de llegar de la capital y que estaba más perdido pues no conocía apenas a nadie.

Don Rufo, que así se llamaba el padre de Ernestina, llegó a casa cinco minutos antes de almorzar respetando esa vieja tradición que desde siempre le había inculcado Flor su amada esposa.

¡Hoy he conocido a Juan! ¡Qué chico más educado y cortés! Es Guardia Civil y viene de la Capital de una familia de honorables miembros de tan Benemérita Institución, decía.

El domingo que viene lo voy a invitar a venir a casa para que almuerce con nosotros. ¡Veréis que además de educado tiene una gran conversación!

Los días la siguiente semana pasaron al igual que las anteriores pues la vida en el pueblo y la vida de la familia seguía los senderos preestablecidos.

Llegó un nuevo sábado y el domingo como siempre fueron a Misa a que Don Marcelo les recordara lo pecadores que eran y que menos mal que está Jesús para salvarnos.

Era el Cura un hombre que siempre parecía malhumorado pero que tenía un corazón de oro y si no que le preguntaran a todos cuantos pasaban hambre y sed de las de verdad y de la otra, de la espiritual, ni te cuento.

Cuando vino al pueblo hace más de 35 años ningún hombre entraba por la Iglesia y mujeres pocas a decir verdad. Después de ejercer como párroco, como cura, como confidente, amigo podía presumir con ojos llenos de emoción de un templo lleno todos los domingo con casi todas las mujeres y todos los niños del pueblo y cada vez más hombres que iban a ver a Dios y a Don Marcelo para darle las gracias de tanto.

Ernestina, su madres y hermanas se fueron a su casa poco después de acabar con la Misa y Don Rufo se marchó como era habitual en él a Casa Fulgencio pues las costumbres no hay que perderlas nunca aunque hubieran invitados.

Cinco minutos antes de comenzar el almuerzo que primorosamente habían preparado Flor y sus hijas llegó con Juan, el nuevo y apuesto Guardia Civil.

Ernestina recuerda ese almuerzo como el mejor de su vida pues nada más verlo le retumbó el corazón para siempre. Él parecía corresponderla pues a cada gesto le sonreía con la mirada. ¡Fue un flechazo en toda regla!

Cuando marchó de casa de Don Rufo, bien pasada la tarde, Juan sabía que se había enamorado y que sus pretensiones no eran volver a la Capital y ascender sino quedarse en ese bendito pueblo que lo había acogido con los brazos abiertos y ser Feliz.

Se miraban, se saludaban tímidamente al salir de Misa o hablaban animadamente cada vez que su padre lo invitaba para almorzar cosa que pasaban casi todos los domingos que no estuviera de servicio.

Resultado de imagen de guardia civil años 50Un día Juan cogiendo ese valor que se tiene una sola vez en la vida se acercó para decirle que la quería, que estaba plenamente enamorado de ella, que Dios se le había aparecido cuando la vio por vez primera.

A Ernestina se le subieron dos chapetas entre la emoción y la vergüenza propia y le dijo que ella sentía igual pero que tenía que hablar con su padre, Don Rufo, antes de acercarse ni siquiera a cortejarla.

Juan, como buen Guardia Civil, quedó una tarde de jueves mientras llovía a cántaros para hablar de hombre a hombre del amor que sentía por Ernestina. Fue una conversación que empezó entre caballeros y terminó de padre a hijo.

Más de siete años estuvieron de novios mientras reunían su ajuar pues las cuatro paredes la tenían en la Casa Cuartel.

Un día, cuando quedaba menos de un año para casarse, llegó una carta de su padre que le requería en casa pues tenía buenas nuevas para él.

Juan no le había dicho nada de su novia pues conociendo a sus padres que eran personas influyentes y llenas de un malsano clasismo podrían haber movido sus hilos para que tuviera que abandonar el pueblo donde había encontrado la Felicidad.

Viajó toda la noche para ver a sus padres y decirles que tenía novia y que pensaban casarse en menos de once meses.

Su padre lo recibió marcialmente sin un gesto de cariño y le comentó que había almorzado con su amigo secretario del ministro y le había recomendado para la guardia y custodia del ministerio con ascenso de categoría y de sueldo. Que empezaba el mes que viene.

Juan, firme ante su padre, le dijo: “Con el debido respeto señor, no he venido a verlo con este fin que en otros tiempos hubieran causado en mi honda satisfacción sino para comunicarle a usted y a madre que dentro de unos meses me caso con la joven más guapa, más bonita y más buena que hay en el pueblo al que tenido el honor de servir durante estos últimos años en los que usted ni se ha preocupado por mí”.

No estaba preparado Don Ricardo para esta contestación pues hasta perdió su pose autoritaria y tuvo que sentarse en el sillón de la biblioteca familiar.

“¿No estará embarazada?”

“No, señor. Nos casamos por Amor y no por obligación impuesta”.

“¿Entonces rechazas la oferta del secretario del ministro y una mejora en tu vida por casarte con una pueblerina?”.

“No, padre, rechazo la oferta que entre usted y el Sr. Secretario han urdido a mis espaldas por Amor”.

Don Ricardo tronó cuando le dijo que no había más que hablar, que se fuera de su casa, que ya no era bien recibido aunque Juan pensó que en verdad nunca lo fue ni le hicieron sentir en casa, y que por él se pudriría en ese maldito pueblo junto a su amada esposa y los hijos que tuvieran.

Juan volvió al pueblo y aunque estaba algo triste tenía una sensación de descanso, de libertad, pues por segunda vez en su vida había elegido él y no su padre. La primera fue hacerse Guardia Civil.

La boda se adelantó porque Don Rufo así lo dispuso pues no había razón alguna de que esperaran a no sé qué.

Los casó Don Marcelo que ese día no les echó la bronca sino que les habló del Amor, esa clase de Amor que se habían demostrado Juan y Ernestina en todos estos años.

No faltó nadie del pueblo y después lo celebraron en Casa Fulgencio que ese día puso todo lo bueno que tenía guardado en el almacén porque esperaba siempre una ocasión mejor y esta había llegado.

Ernestina sentadita en su vieja mecedora recuerda como se quisieron hasta morir, los cuatros hijos con los que Dios los bendijo, el ascenso a Cabo y después a Sargento de Juan que terminó su carrera en la Guardia Civil como el Comandante de Puesto con más de 8 hombres a su cargo.

Recuerda el cariño, la gratitud y el amable respeto que todos les tenían y hasta Andrecillo, que robaba gallinas para luego venderlas, lo quería un montón porque siempre fue bueno con él. En verdad Juan con el pasar de los años se convirtió en el padre de todo el pueblo pues a él iban a ver para que les solucionara tal o cual problema, le escribieran cartas, lo acompañaran al banco...

¡Hace más de 10 años que murió y cuanto lo echa de menos!

Hoy se ha puesto a mirar el ventanal donde se ve anochecer de una forma diferente cada día y ha recordado su vida que fue Feliz y llena de plenitud gracias a todo un caballero, todo un Guardia Civil, que inculcó a sus hijos los valores de tan Benemérita Institución, y que prefirió el Amor que es lo que permanece a altos honores y cargos que cuando acaban se diluyen y terminan por desaparecer.

“¿Abuelita, por qué lloras?”, le dice su nieta Margarita mirándola a los ojos.

“Porque cuando el río suena, agua lleva y mi vida lleva ya mucha agua tesoro”.


Jesús Rodríguez Arias