Abro mi ventana de cada viernes y ha pasado otra
nueva semana en un abrir y cerrar de ojos. Pienso que en verdad no nos damos
cuenta de la rapidez en la que pasa no solo los días sino la vida por delante
nuestra y que cuando me detengo, me pongo a pensar entra hasta un cierto
vértigo de lo efímero que es todo aunque dure toda una vida.
En esta serie de artículo dedicados a la Guardia
Civil, a la Policía Nacional, resto de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado, las Fuerzas Armadas, sus Familias y cuantos las quieren siempre he
intentado destacar ese “algo” que las hacen tan únicas. Aquí se ha reflejado
muchos de los servicios y unidades que para un sector no conocían o por lo
menos no detalladamente.
Hoy no voy hablar explícitamente de la Guardia
Civil o de la Policía Nacional así como del resto de Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado. No, no voy a escribir de ellos pero si van a estar
presentes durante todo el texto de este mis semanal, también tradicional,
artículo que escribo “desde mi ventana”.
He conocido a muchos, algunos lo han conseguido y
otro no aunque todos tenían vocación por el verde o el azul.
Hoy quiero dedicarle este artículo a los que se
están preparando para presentarse a las oposiciones que los hagan ser miembros
de la Guardia Civil, Policía Nacional o Local. ¿Cuántas horas detrás de ese
manoseado temario? ¿Cuantos test? ¿Cuántas horas corriendo o entrenando en un
gimnasio los ejercicios con los que seguro te encontrarás el día del ansiado y
temido examen? ¿Cuántas ilusiones depositadas en tantas horas de dedicada,
exclusiva y prolongada preparación?
Cuando he hablado con un opositor y le he
preguntado para que se preparaba me decía con verdadero orgullo: ¡Para la
Guardia Civil! ¡Policía Nacional! ¡Policía Local! Aunque debo decirlo cuando
hablan en verde se les nota a la legua porque, querido amigo, la Guardia Civil
siempre será la Guardia Civil...
Pero ese cariño, esa vocación que se respira en
estos entregados opositores también se vislumbra en sus padres, hermanos,
familias o parejas. Se sienten verdaderamente orgullosos de que su hijo, novio,
mujer o marido sean algún día Guardia Civiles o Policías y no tanto por las
horas dedicadas a su ardua preparación sino porque se han contagiado, si no
viene de familia, de ese amor por España, de esa entrega a todos ofreciendo sus
vidas para proteger las nuestras. Vidas que ya están siendo ofrecidas con horas
y horas de estudio y preparación por el alto ideal de pertenecer algún día, más
temprano que tarde, a los honrosos Cuerpos que tienen prefijados en sus mentes
y corazones.
Ellos, todos los que están preparando oposiciones
a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, son el futuro que algún se
hará presente de la Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía o de la Policía
Local. Ellos sin serlo todavía ya viven en verde o azul.
Son muchos los que se presentan y muy pocas las
plazas que seguro son ofertadas. Algunos verán una salida laboral en una
sociedad de puertas cerradas, otros se fijarán en la tranquilidad de un sueldo
medio aunque seguro en un mundo con demasiadas inseguridades aunque la mayoría
que valoran lo antes expuesto se preparan porque siente su corazón latir en
verde Guardia Civil o azul Policía. Esos no te ponen excusas en cuanto si es o
no mejor laborablemente hablando sino que se les llena la boca, insuflando aire
en sus pulmones, por el honor de poder llegar a se algún miembros de tan
insignes y honorables Cuerpos. Ellos, la mayoría, son guardias civiles o
policías de corazón, porque llevan el verde o el azul en el alma, aunque ahora
mismo son opositores.
Conozco a tantos que han aprobado y que ahora
prestan servicios en cualquier parte de España así como otros que no les llegó
su “oportunidad” , ya se les pasó la edad y aun pasados los años, trabajando en
otras profesiones, llevan una espina clavada en su corazón cuando dicen: “¡Yo
podía ser Guardia Civil”.
Con este artículo quiero mostrar mi apoyo, mi
admiración, mi cariño por tantos jóvenes que se preparan a diario para ser en
un futuro, inmediato o no, ese guardia civil que acaba de pasar junto a
nosotros subido a su moto por esa insospechada carretera, el policía que nos
atiende con verdadera humanidad cuando hemos ido a Comisaría para algo o ese
Policía Local que vigila todas las incidencias del tráfico de su ciudad para
que nada que no tenga que suceder suceda, para que vivamos en la seguridad, en
la normalidad de sentirse protegidos.
Y este artículo que no tiene nombre y apellidos
por razones obvias si se lo quiero dedicar expresamente a un querido amigo que
a estas horas seguro que seguirá preparándose estudiando ese temario tan
desgastado de tanto uso, analizando la respuesta del penúltimo test o con la
tabla de ejercicios que le haga pasar las pruebas. Ese buen amigo que dedica
toda la jornada a prepararse para llevar algún día una vida en verde.
Sí, este artículo que tiene una amplia, muy
numerosa, dedicatoria, quiero hacerlo expresamente con mi querido Sergio
Salguero Barragán porque sé la “carne que estás poniendo en el asador”, porque
sé las ganas y el tiempo que le estás dedicando, y porque sé, porque lo veo y
siento cada vez que hablo contigo, que lo que más ansías en tu vida es llevar
“una vida en verde”, es decir, ser un miembro de nuestra querida y benemérita
institución de la Guardia Civil.
Por tí, Sergio, por ellos, por todos: ¡¡Viva
España!!
Jesús Rodríguez Arias
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