Encarnación desde pequeñita ha
sido la oveja “negra” de su familia pues era contestona, se enfrentaba incluso
a la chiquillería que jugaba a la pelota en la vieja plaza si veía alguna
injusticia y por ese solo motivo decía su madre Petra que se había convertido
en la oveja “negra” de la familia.
Esta “fama” la llevó como
penitencia pues aunque quisiera no podría ni cambiar su carácter, ni cambiar su
personalidad y por más que crecía esa rebeldía ante las injusticias se hacía
más notable.
Su padre, Don Quintín,
pertenecía a una larga saga de abogados y claro quería que su hija Encarnación
también se dedicará a las leyes pues si no que iba a ser se preguntaba cuando
su hija le decía que no era la profesión que más le gustaba.
Pero hija, los abogados
trabajamos para que no haya injusticias a lo que Encarnación le respondía que
según a quién se defendiera… ¡Y en eso tenía razón!
¿Qué quiere parecerte a tito
Nacho que escogió defender la ley y practicar la justicia y ejerce de Fiscal
con un sueldo digno pero que nada tiene decir del mío y de los que trabajan en
nuestro bufete?
Sin dinero poca justicia se va
hacer…
Y es que el prestigioso bufete
de su padre tenía notables clientes entre la gente que se codea en el poder y
claro el dinero era lo que menos importaba.
Petra le recriminaba a su
marido que le hablara así a la niña pues parece que en este mundo todo se puede
comprar o vender con dinero y no es así. Será la oveja “negra” de la familia
pero es la más coherente y sensata que conozco.
Don Quintín, dejaba de leer
ese volumen de la nueva legislación que acaba de aprobarse y le decía: “Sí,
Petra, es verdad por eso a nosotros no nos ha faltado nada de nada y al inútil
de tu hermano no le llega la soga al cuello a fin de mes. ¿Y por qué? Porque el
señor no vendió nunca su honestidad y siguió trabajando en su despacho de
abogados cuya clientela la mitad no le pagaba porque era gente demasiado humilde, era gente al que le peso de la
injusticia le había aplastado. No me puedo creer que estés disculpando a tu
hija y al necio de tu hermano ante mí”.
Mira, Quintín, no me hagas que
te diga lo que pienso, lo que llevo pensando largo tiempo…
En cambio el hermano de
Encarnación, el mayor según se mire, había estudiado leyes y ahora lucía
despacho propio en el bufete familiar donde ha entrado en el accionariado.
Martín había elegido ser
alguien, tener pasta y poder así como defender la justicia de los ricos que
debe ser distinta a la de los demás…
Encarnación sabía lo que
quería pero no se atrevía a decirlo por lo que todas las mañanas se acercaba a
la pequeña capillita donde estaba la Virgen del Pilar y le rezaba con devoción.
Sus abuelos por parte de madre habían vivido muchos años en Casas Cuarteles
pues abuelo Antonio fue de la Guardia Civil. Ellos les transmitieron su amor
por la Virgen del Pilar así como su amor por la Justicia con mayúsculas.
Accedió a estudiar Derecho para
acallar tantas brocas y porque le podía servir para ser lo que aspiraba a ser
toda la vida. No permitió, eso sí, estudiar en una afamada universidad privada
sino en la pública que estaba al lado de su casa. Esta decisión motivó otro
nuevo broncazo de Don Quintín con su hija al que ya se unía, como un perro
faldero de su padre, su hermano Martín.
Terminó la carrera con
matrícula de honor aunque eso era poco para su augusto padre que dicen, con
todo el desprecio del mundo, que en la pública regalan los títulos y las notas.
El día de la graduación fue su
madre Petra pero no su padre ni su hermano porque según ellos tenían un juicio
muy importante.
Madre e hija se fueron a
celebrarlo a su manera y modo. En medio del almuerzo, con el teléfono apagado
para evitar que su marido las incomodara, le preguntó a su hija: ¿Y ahora qué quieres hacer tesoro? Tu padre me ha dicho que
te va a poner de pasante pues no te puede dar despacho y responsabilidades
hasta que te vayas formando mejor porque no estás a la altura de ninguno de los
abogados que trabajaban para él.
Encarnación se le saltaron las
lágrimas por el desprecio y la injusticia manifiesta de su padre hacia ella. Se
sintió sola y cada vez más alejada de su familia cuyo único eslabón era su
querida madre que es buena hijas de sus padres.
No, mamá, no voy a ser abogada
ni voy a trabajar en el despacho de papá, eso se lo dejo a mi hermano Martín y
a los lameculos de sus socios, voy a opositar al Cuerpo Nacional de Policía
porque desde pequeño quiero ser uno de sus miembros.
Su madre se quedó sorprendida
de que no quisiera ser Guardia Civil
pero respetó la decisión de su hija y la quiso más que nunca en la vida pues
ella tenía valor para vivir su vida cosa que a ella siempre le faltó.
Te aconsejo que te vayas al
piso de tus abuelos, te instales allí y no te preocupes de tu padre ni da nada
sino de prepararte para ser la mejor Policía de toda España.
Encarnación se alegró de la
reacción de su madre, de vivir en la que fue casa de sus abuelos y de estar tan
cerquita de la capillita de la Virgen del Pilar a la que tiene especial
devoción.
No hay que decir que la marcha
de casa de Encarnación supuso un mal ambiente en la casa de Don Quintín que
veía que por mucho poder que detentara y mucho dinero que tuviera se iba
quedando cada vez más solo pues su hija lo había abandonado y con su mujer
Petra la relación era algo más que fría…
Pasó el tiempo y Encarnación
sacó el número 1 en las oposiciones y fue trasladada a Ávila para pasar su
tiempo de Academia. ¡Qué feliz era pues gracias a su madre había conseguido lo
que quería ser toda la vida!
Su vida como Policía Nacional
era la de un Policía que no es otra cosa
que servir a los demás, mantener la ley
y el orden, ayudar, proteger y entregar su vida para que hubiera siempre
justicia.
Se fue formando y fue
ascendiendo y a los años ya era Oficial y se estaba preparando para Sub-Inspectora.
Que si la brigada criminal, antidroga, brigada judicial donde ya hacía mucho
tiempo llevaba instalada pues era muy buena en su trabajo.
El día que el Comisario
Requena le dijo que había aprobado para Sub-Inspectora la emoción le impedía
hablar aunque también le dijo que tendría que cambiar de destino y que
justamente en la ciudad donde vivía su familia.
No fue fácil para ella pues sabía
que muchos clientes de su padre habían pisado el calabozo siempre por delitos
de evasión de capital, no era fácil meterse de lleno en un mundo en el que
sabía que podía llevarle a muchas desagradables sorpresas y más de un verdadero
disgusto.
Puso objeción, explicó la
situación pero los mandos, aun sabiéndolo de antemano, prefirieron que
estuviera allí destinada pues era la mejor en su campo.
Cuando llegó a su lugar de
siempre llamó a su tío Nacho que seguía igual de risueño y de buena gente, seguía
con su despacho profesional, seguía sin hacerse rico pero era el más afortunado
pues era querido por todos sin condición. Le preguntó por su familia, de la que
ha intentado estar separada aunque de vez en cuando llamaba a su madre que
hablaban a escondidas de su padre que cada día que pasaba desconfiaba más de
todo el mundo.
Su tío Nacho le explicó que
Petra había decidido separarse de Quintín pues su interés desmedido había
destrozado cualquier atisbo de amor que quedara en ellos. Ha hecho del dinero
su dios y ella se ha resguardado en los brazos de Dios y también de la Virgen
del Pilar de aquella capillita que estaba cerca de su casa.
Su hermano Martín, le había
quitado campo de actuación a su padre, había comprado el accionariado al resto
de los socios y ahora era el socio mayoritario pues él tenía el 51% frente al
49% que detentaba su padre.
Esto ya de por sí había sido
letal porque ya no era dueño de lo que allí pasara y para colmo muchos de sus
clientes han ido pasando por chirona por evasión de impuestos y capital.
Sí, Encarnación, tu padre está
en el punto de mira de la Justicia pues siempre ha jugado con ella diciéndola
defender.
Encarnación con cerca de 37
años se sintió muy cansada pues su familia se había resquebrajado por el
interés desmedido de su padre que nunca
la perdonó que se marchara de casa y que se hiciera Policía Nacional…
Se reunió con su madre y la
abrazó hasta que se quedaron sin lágrimas.
No te preocupes mi niña, vivo
muy bien y sobre todo tranquila y en paz. No, no quiero nada de ellos. Ahora a
mis años he puesto un pequeño taller de costura, bien sabes que tengo el título
pues tu abuela me lo hizo sacar por si las moscas, y me voy defendiendo bien.
Vivo en la casa de los abuelos y si quieres venirte serás muy bien recibida.
¿De tu padre? No sé nada.. Él
es como es y he querido hablarle, contarle que esto era necesario, que podía
ser un punto de inflexión, que a lo mejor todo se podía arreglar, que si… Nunca
me contestó, se encerró en casa, en su despacho y entre leyes maldice a todos.
Ya no va por el bufete, ya no quiere saber nada de nadie y más desde que lo han
llamado a declarar como imputado en las causas que han llevado a gran parte de
sus poderosos amigos a la cárcel.
¿De tu hermano? Eso es lo más triste pues cuando voy por la calle y nos
encontramos me vuelve la cara… Un día me envalentoné y le dije que no me
tratara así, que era su madre, que no se lo consentía y me contestó: Señora,
debe ser usted una perturbada, mi madre murió hace tiempo y soy huérfano… Siguió
caminando con su móvil en la oreja mientras su maletín llenos de papeles se
movía al unísono de sus pisadas.
Encarnación cada vez más
triste sintió mucho orgullo de su madre Petra y se fue a vivir con ella a la
casa de sus abuelos y muy cerquita de la vieja capilla de la Virgen del Pilar a
la que tenía especial devoción.
Un día que estaba despachando
en Comisaría entró un compañero con la cara descompuesta y le dijo: ¡No hagas
nada, tu hermano Martín ha sido detenido por varios delitos y todos de cárcel!
El bufete ha sido clausurado y se han abierto diligencias a todos los
empleados. Esta vez tu padre se escapa pues hace meses que no pisa el despacho.
Empezaba a caer el mal que
estaba entroncado en su familia y que inoculó su padre con un desmedido afán de
poder y por el dinero.
Mientras la vida continuaba,
en uno de esos ratos de oración a la Virgen del Pilar conoció a Germán y con el
tiempo se fueron enamorando. Él era Teniente de la Guardia Civil y ella Sub-Inspectora
del Cuerpo Nacional de Policía. Él rondaba los 40 y ella se iba despidiendo de
los 36. Ellos encontraron el Amor cuando debían encontrarlo y se les notaba
felices y más si estaban a su lado.
Un día se enteró que su padre
había enfermado y que no quería ver a nadie. Un cáncer devastador estaba
poniendo fin a una vida demasiado materialista. Y se fue a verlo junto a Germán
pues ya tenían fecha para la boda y aunque sabía que su padre no podría estar
con ellos querían compartirlo con él pues su madre siempre le decía: Haz bien
siempre que mal te hagan.
Don Quintín ya no era ni por
asomo lo que fue, decrépito, muy pálido, sin color ni brillo en los ojos,
estaba recostado mientras una enfermera lo vigilaba. También estar Don
Jerónimo, el Párroco, porque con las desgracias y la enfermedad había vuelto la
cara a quién toda la vida se la volvió, había vuelto a creer en Dios que es
Amor y que perdona a justos e injustos como era su caso.
Cuando vio a Encarnación con
su azul uniforme se echó a llorar pidiéndole perdón, perdón por toda una vida
de desprecios y sufrimientos, perdón porque no ha sido un buen padre, perdón
porque para morir en paz necesitaba que ella, su hija, la rebelde con causa, la
amante de la ley, el orden, la justicia, lo perdonara.
Encarnación besó sus huesudas
manos y le dijo algo al oído que alivió su mirada mientras le
presentaba a German, su novio y prometido con el que se casaría en la vieja
capilla de la Virgen del Pilar dentro de justamente tres meses.
Y Don Quintín sobrevivió
apenas unos días pero según el cura se fue en paz pues antes también había sido
perdonado por la mujer de su vida a la que no supo hacer feliz e ignoró
siempre: ¡Petra!
Hoy se han casado para siempre
Germán y Encarnación, Encarnación y Germán que son dos corazones en azul y
verde y viceversa que se Aman y quieren hacer su familia mientras todos los
días del año dedican su vida a servir a los demás, proteger y mantener la ley y
el orden y también la Justicia.
¡Feliz Día del Pilar! ¡Viva
España!
Jesús Rodríguez Arias
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