Don Eustaquio, o Señor
Euztaquio como era llamado en el pueblo donde tuviera el recordado natalicio de
Rollón duque normando de aquella época y entre cuyos descendientes estaba el
mencionado estudioso de la vida de los antecesores de los cuñados de los reyes
godos.
Don Eustaquido De Rollón y
Melindres Altas, decimonono marqués de la Vista Gorda, vive en su palacio rural
con su ama de llaves de toda la vida, Enjuta Paredes, que cumplirá el próximo
otoño la edad del Orient Express donde sirviera su madre hasta que descarriló y
se casara con Menandro que de siempre fue el guarda de la finca de la Familia
de Vista Gorda.
El Señor Euztaquio, como era
conocido en el pueblo de sus antepasados normandos en plena meseta castellana,
había mantenido su soltería pese a las insinuaciones que tuvo de muchachas
pudientes variadas a lo largo de su ya larga vida pues al día de hoy cuenta con
tantos años como él tiene.
Un gato de angora hecha en
porcelana es su mejor compañía amén de la amplia biblioteca de más de 100.000
libros y alguna carcasa de DVD que tiene en su palaciega residencia.
Vive austero pues según Don
Rómulo, su administrador de toda la vida, no gasta más de 100.000 de las de
antes cada semana. Sus gastos, aparte la casa, son viajes culturales a la
capital donde desde hace ya unos años tiene una amante por lo civil aunque
también es asiduo a la “agenda de género” donde se le puede ver en los
reservados de los puticlú más exclusivos bebiendo armañac y fumando en pipa que
todavía no han podido determinar cuál.
Él por razones obvias es muy
apolítico aunque su padre siempre fue muy de Franco pues el título nobiliario
venía por saga materna.
Don Eustaquio en los años del
felipismo, que todos sabemos es una variante del socialismo, fue muy de Felipe
después llegó Aznar que se le atragantó desde un principio pues no quiso
invertir en un proyecto para su pueblo donde le daría pingües beneficios. Un
campo de golf en medio de lago que lo circunda. Con la llegada de José Luis al
final se pudo hacer ese parque acuático y temático “Golf Park Nautic” con la
ayuda de Betario el alcalde socialista que había depuesto a Don Eusebio, gran
amigo de Eustaquio que fue traicionado por este último en cuanto pudo pues ante
todo era un hombre honrado.
El Señor Euztaquio, según se
le dice en el pueblo al marqués de Vista Gorda, nunca entró en la vulgaridad
esa de la política aunque se aprovechó de ella todo lo que pudo. Después
llegaría Mariano a la presidencia de la nación y con él Soraya y claro con los
dos se llevaba bien que los invitaba a su solariega casa cada verano para comer
la especialidad de la casa: Rollón relleno.
Siempre fue muy sorayo, antes
fue felipista y despues zptista, y hacía grandes manifestaciones de admiración
de la vicepresidenta. Don Eustaquio, de carácter cambiable como el viento del
cocoroco, le engatusó la idea de ser el primer marqués ropasuelta, como lo fue
roja en su época la de Medina Sidonia.
En una entrevista que le
hicieron en una revista de divulgación histórica sobre la callosidad de los
soldados después de una refriega con jabón de arándanos dijo sin cortarse un
pelo: ¡Admiro a Pablo Iglesias! Y se quedó quedo…
Fue catalogado como el marques
lila, que no lelo, y desde entonces se le podía ver en sus chaquetas hechas en
afamado sastres ingleses pañuelos de ese color y corbata con dibujos
amoratados. Todo un noble guiño a la nueva casta.
La cosa no fue bien pues en
dos elecciones no cogieron poder, que en verdad era lo que le gustaba al Señor
Euztaquio, y entonces volvió con Soraya pero por aquél entonces ya estaba
defenestrada y acababa de perder la presidencia de su partido con un señor
apellidado Casado que solo nombrarlo, el soltero acérrimo, le entraba
urticaria.
Un día, leyendo la epopeya del
soldado Jeromín en las guerras púnicas, le dio por llamar a Moncloa, no pasa
nada por intentarlo, y mira por donde le cogió el teléfono el mismo Pedro que
ya se hallaba como en su casa.
Don Pedro, llámame Pedro
compañero, decía con puño en alto mientras una melodía entonaba la
internacional, le agradezco la deferencia que tiene al ponerse a conversar con
esta augusta autoridad en temas varios como es el Marqués de Vista Gorda, es
decir yo…
Le felicito grandemente por su
exitosa elección y por ganar la moción a ese miserable llamado Mariano y no, no
me hable de Soraya que ni para estar escondida sirve, esta señora es Arenas de
otro costal…
Soy socialista de toda la
vida, de los de brazo en alto, lo decía por las veces que había cantado el caralsol
con su padre cuando visitaba la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, y
aunque multimillonario pienso que todos somos proletariados, incluso yo…
Pi,pi,pi, pi, pi, pi…
¿Oiga? ¿Se ha cortado?
Pi, pi, pi, pi, …. “la
internacional”…
¡Menudo gilipollas! ¿Quién se
habrá creído este chaquetero?
Voy a llamar a Pablo, para
conversar con él de cosas de Estado. Pablo, Pablo, Pablo, buscaba con la mirada
y dedo en el voluminoso listín teléfonico que tenía en su despacho de verano.
¡Tiene guasa no tener el
teléfono de Pablo Casado! ¡Voy a llamar a Soraya, que es una buena chiquilla,
para que me lo de!
Y mientras seguía pegado al
teléfono se acordó que la semana próxima tenía un “evento” de su agenda de
género en Madrid pues le habían dicho que venía una normanda y que seguro
podría ser de su familia…
¡Las cosas de Don Eustaquio o
del Señor Euztaquio según se mire!
Jesús Rodríguez Arias
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