Dicen que existen lugares con
alma y tiene que ser así…
Eso por lo menos es lo que le
pasa a la vieja Casa Cuartel del viejo Pueblo donde ha estado abierta durante
décadas. Ni ese director general que vino con mucho ímpetu renovador y con
ganas de hacer esos edificios que serán muy prácticos pero para nada inteligentes
pudo acabar con este viejo saco de ladrillos, piedras y buen cemento.
Ni sabe cuantas familias han
pasado por allí e incluso ha perdido la cuenta de los miembros de la Guardia
Civil que han hecho de ella su casa. Entre sus ya vencidas y agrietadas paredes
ha visto llorar, sufrir, reír… Ha visto el valor del perdón, del servicio, del
odio de esos que un día quisieron atentar contra ella y los que en ella
habitaban causándoles a estos últimos pocas heridas y a ella destrozos que
nunca fueron reparados. Sí, también nuestra vieja Casa Cuartel se puede decir
que es una víctima, material, de los terroristas…
Ha visto como el Padre Damián,
eterno capellán de esa vieja Casa Cuartel, ha celebrado bodas, bautizos y
también entierros en la también vieja y coqueta capilla. Ha visto mucha oración
en esa pequeña imagen de la Virgen del Pilar que le regalara el Arzobispo
Castrense de por aquél entonces…
Ha visto como Don Santiago,
Capitán de la Guardia Civil, que llegó muy joven y murió de viejo en las
paredes de esta ajada Casa Cuartel. Más de 40 años estuvo y allí creó una
Familia y la Familia también con sus hijos y nietos también estuvieron muchos
años pues sus tres hijos y después un nieto también entraron a formar parte de
la Benemérita Institución de la Guardia Civil.
Ha visto como Carlos que
entraba todos los días para llevar la leche que su padre le daba de las
vaquerizas al final se casó con Remedios, la hija del Cabo Pérez, y tuvieron
tres hermosos zagales. Carlos heredó la Vaqueriza de Anselmo su padre y aunque
no vivían aquí siempre estaban entre estas cuatro paredes que sostenían a su
vez las paredes de cada casa que servía como esos soportales donde las Familia
se alojaban y alejaban del peligro cuando lo había.
O cuando por aquél incendio,
aquél año, tuvieron que abrir las puertas de par en para para socorrer a los
heridos y proteger a todos los vecinos que horrorizados se asían a los
decrépitos muros como modo de salvación mientras sus casas estaban siendo
calcinadas.
Pero nuestra vieja Casa Cuartel
sabía que la “jubilación” le vendría más pronto que tarde pues aunque sus
paredes eran recias en ellas se notaba mucho frío, las ventanas no cerraban
igual que esas tan modernas que se estropean en menos que canta el gallo del
Francisco, el vecino de enfrente, y había hasta ascensor mientras aquí la Pobre
de Eulalia, que desde hace mucho ronda los 90, sube la desgastada escalera muy
poquito a poco.
Un día llegó un señor joven,
con reluciente chaqueta, maletín que la estuvo mirando largo rato, se entrevistó
con el Capitán Murialdo y le dio la mala buena nueva que en verdad todos,
incluso ella misma, esperaban. La Casa Cuartel se trasladaba pues esta no se
mantenía en pie y además el viejo pueblo que la cobijaba había venido a menos y
quedaban unas 20 casas y 8 vecinos. Sí, a la vieja Casa Cuartel le daban el
certificado de defunción y al pueblo en sí también lo condenaban a muerte.
Hoy se ha marchado la última
familia junto al Capitán que cuando entraba en su coche la saludaba
marcialmente pues había servido a España y la Guardia Civil siempre, cada día
de sus propios días, hoy ya no hay nadie y se siente mucho más fría, más
desangelada, más triste y también abandonada.
¿Qué una vieja Casa Cuartel
como esta no tiene alma? Pues ahora, al mirarla, parece que llora, parece más
vieja, más agrietada y hasta un teja se caído sin que haya podido pasar nada
pues nuestra Casa ha envejecido de golpe, ha muerto y sido enterrada desde que
hace cinco o seis semanas le dijeran que ya no servía a España, que gracias por
los servicios prestados… Y muchos recuerdos se vienen, otros más se marchan,
muchas lágrimas en el recuerdo que hoy humedecen el alma de nuestra vieja Casa
Cuartel que hoy ha sido jubilada junto a su querido pueblo de casitas aledeñas
que mueren a su vez pues a sus vecinos tampoco les han dado Esperanza.
Hoy ha amanecido como ayer y
la vieja Casa aguarda mientras ve llegar a Sixto, el alcalde, que algo traía en
la manga, era el escudo del Pueblo, que fue colocada en el frontal de la Casa
pues los vecinos habían decidido que ella, nuestra vieja Casa, fuese nombrada
Hija Predilecta de este lugar perdido en esta bendita España y si había que
morir lo harían juntos el Pueblo y la Casa.
Con este relato me despido de
estos artículo que publico cada viernes en apoyo de nuestra Guardia Civil,
Policía Nacional, Policía Local, Bomberos, Vigilantes de Seguridad, Fuerzas
Armadas… En este último viernes del mes de mayo hago un necesario descanso en
cuanto a la publicación de los mismos hasta que pase el verano. Pienso que
sobre final de septiembre u octubre esta ventana volverá a abrirse para seguir
contando lo que tras ella se ve.
Os deseo a todos y cada uno de
vosotros unas buenas vacaciones, que seáis muy felices, que disfrutéis de los
seres queridos, de vuestras aficiones, de la vida en definitiva y también os
doy las GRACIAS por vuestro cariño y apoyo siempre para mí es un honor escribir
para realzar el valor y la valía de tantos y tantos que casi siempre pasan
desapercibidos.
Que la Virgen del Rosario,
auténtico Pilar de nuestras vidas, nos proteja y nos cuide siempre.
¡VIVA EL REY! ¡VIVA SIEMPRE
ESPAÑA!
Jesús Rodríguez Arias
¿Qué voy a decir? Estoy llorando
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