Don Anastasio Colines de siempre
fue panadero por herencia familiar y de genética harinero. Don Anastasio
Colines se casó joven siendo mozuelo con Doña Serafina Dorados, hija de los pasteleros
del pueblo de al lado, y fruto de ese nutrido matrimonio nacieron 9 hijos y la
Fábrica: Colines Dorados Sociedad Familiar Limitada.
Don Anastasio trabajaba de noche,
dormía, comía y yacia de día y Doña Serafina muy de mañana estaba al frente del
despacho de colines y dulces hasta que su marido despertaba que se marchaba
para darle de comer el almuerzo y otras cosas cuando se terciaba que era casi
siempre pues es bien sabido que el horno de su panadería estaba a menos grados
que el del panadero.
Fueron 9 las criaturitas que fueron
invadiendo la casa familiar y con él también el horno. 7 chicos y dos mozas que
crecieron en robutez y conocimientos panaderos y de basta repostería.
La historia de la Familia Colines
ha sido muy dura pues dicen que en la famosa batalla del racimo seco el arquero
Restituto del Gran Colinato cayó herido tras ser alcanzado en un muslo. Cuando
le cosieron el costurón descubrieron que de Gran Colinato nada de nada más bien
un colín pelao y mondao pues no alcanzaba la cifra ni la mitad de la media.
Así todos se extrañaban como
Serafina quedaba preñá, como los bollos, con tal facilidad de Anastasio pero
ese secreto es lo que llaman de “alcoba”.
El mayor era clavado a su padre
hasta en “eso”, después hubo un salto de 6 hijos que no se parecían en nada y
el colín podía bien ser Gran Colinato y las dos más chicas sacaron la misma
cara de la madre con esa peca tan característica de todos los Colines debajo de
la comisura de los párpados.
Anastasio los quiso a todos por
igual aunque al mayor que también llevaba su nombre aunque le gustaba que le
nombrasen por Anasta lo nombraron
director general cuando estaba a punto de espichar de la vida laboral.
Ni qué decir que Colines Dorados
dio la vuelta al mundo cuando varios famosos contrataron tan ricos colines para
el catering de sus actuaciones y hasta el mismo DJ Calamestesso se los comía de
tres en tres.
Anasta cogió los bartulos de sus
queridos progenitores y se puso al frente de la fábrica mientras sus hermanos
eran apartados de la misma por la compra de su parte del accionariado. Con
poder absoluto se podía permitir el lujo de vivir y pasarse todo por el colín
que en él se hacía verdad tan asemejación.
Anasta nunca se casó porque pensaba
que eso era cosa arcaica y que a él le gustaba convivir con su pareja del
momento. Siempre decía que debía probarlo todo y por eso muchos dijeron que
salía con el maestro obrador que hacía colines eróticos para las fiestas de
despedidas de solteras.
Pero Anasta sorprendió a todos
cuando se arrejuntó con Dalila Baguette Gordo, multimillonaría del sector de
los club de carreteras comarcales, y cogió la dirección de ventas y derivados.
Ganaba un potosí y por eso mismo se
compraron una mansión en Galapagar y otra masión de jeque árabe a su augusto
padre, que ya se había separado de Serafina por infidelidad, al cogerlo esta
última con la amiga de la mujer de la vecina de enfrente. ¡Ya es mala suerte,
se decía Anastasio, 30 años poniéndome los cuernos y por una canita al j’aire
yo soy el infiel que tengo que pagar una milloná para que se compre una casa en
Teruel!
Anastasio, que seguía refulgente
como cuando chiquillo, ya se había echado una novia mucho más joven que él pues
rondaría la treintena cuando el ponderado panadero no cumplía los 80 ni en
bromas.
Anastasio fue muy de derechas y por
eso se afilió al partido de Mariano y Cristina aunque en verdad se sentía muy
sorayo.
Invirtió grandes cantidades en
campañas electorales y fue elegido como “paganini de honor” con carné especial
y coche en la puerta cada vez que había un acto.
Anastasio le inculcó estas ideas a
su hijo Anasta que siguiendo su senda se afilió y encumbró a varios líderes que
después cayeron por quítame de allá unas cremas…
Dalila nunca consintió afilarse al
gaviotero partido y estuvo en el círculo íntimo de los ropasueltas pues era muy
amiga de siempre de Montero. Se las podía ver tomando un algo en ese sitio tan
proletario y tan obrero como es el Palace todos los jueves.
Un día que estaban padre e hijo en
la piscina de la mansión del primero porque su segunda suegra hacía folling en
su coching con su entrenador personal pues le encantaba el levantamiento de barras.
Anasta, querido Anastasio, tengo
que daros una gran alegría que no os podéis ni imaginar, les inquirió Dalila.
Ellos se creyeron de inmediato que
el primero había sido nombrado para un alto cargo en el Banco Europeo a
propuesta de De Guindos pues el sieso de Montoro no lo podía ni ver después de
la última putada de Hacienda a la que tuvo que pagar 56 euros de demora.
Anasta, se levantó y con la mirada
le dijo a su padre: ¡Por fin nuestro antepasado para a ser restituido en su
gloria!
Nada más lejo de la realidad:
¿Imaginad quién se van a instalar en la masión de nuestro lado a la izquierda?
¿Soraya, Arenas, Báñez? ¿No?
¿No serán Quim de Puigdemont? Dijo
Don Anastasio con cara de espanto.
¡¡Mucho mejor!! Son una pareja muy
guay, que están los dos embarazados pues pueden estarlo, pues ellos no se
acogen a eso tan arcaico del heteropatriarcado, que él está emocionado con
contarle y cantarle esa bella nana del lobo que es maltratado y acosado por los
criminales corderos…
Los Colines se le metieron los idem
para adentro y se tuvieron que apoyar el uno en el otro.
¿No será, no serán?
Sí, Pablo e Irene….
Don Anastasio se tuvo que sentar
mientras se tomaba una reparadora copa de Don Periñon mientras Anasta le decía
a su pareja: ¿El coletas y su pareja aquí? ¿Dónde vamos a llegar? ¡Ahora solo falta que dimita nuestro Mariano por la bagatela esa de la Gürtel!
Y la Familia Colines nunca llegó a ser la misma...
Jesús Rodríguez Arias