Desde que entrara hace poco
menos de veinte años en la Policía siempre ha vivido al límite su auténtica
vocación. No, él no era mucho de estar en un despacho, encasillado bajo cuatro
paredes por eso siempre que pudo elegir lo hizo con destinos donde se batirse
el cobre significaba simplemente eso.
Incluso llegó a estar en lo
que todos conocemos como “antidisturbios” donde al contra de la opinión y
creencia mayoritaria puede decir que recibió más que dio y algunas cicatrices
lo pueden atestiguar.
Sí, en este tipo de destinos
ves lo que el rencor, el odio y la maldad son capaces de hacer pues hay que
estar impregnados en estos para tirar una piedra a la cabeza, un tornillo o
golpearte con saña con una barra de hierro. Siempre pasa lo mismo en un disturbio
que solo aparecen en los medios fotos de policías con las defensas en las manos
pero lo que no se ve es la otra cara, la que golpea con instinto asesino, los
que se esfuerzan en hacer daño, los que actúan como la masa que son mientras
los cabezas pensantes están muy tranquilos viéndolo todo desde la barrera de
sus propias casas. ¡Esa es la diferencia!
Ya con los años, y con la
cabeza abierta en dos ocasiones por los “defensores” de los derechos y de la
libertad, supo que Camilo se jubilaba
después de más de 35 años de servicio. Le llegaba esa ansiada oportunidad de
poder disfrutar de su mujer, hijos y sobre todo nietos. ¡Bien merecido lo
tenía!
Un día hablando con él le dijo
que pidiera su destino, que él hablaría también para que se lo adjudicasen,
pues se necesitaba a una persona con arrojo, comprometida, valiente y con un
buen corazón. Que ofreciera disciplina y cariño a la vez.
Lo pensó y repensó e incluso
se lo consultó con su mujer y sus hijos pues eso sería residir en un lugar fijo
y volver a tener una vida más o menos normal.
Decidió que sí, que se haría
cargo de la Unidad de Guía Caninos de la Ciudad en la que estaban radicados.
Camilo se afanó en enseñarle
todo lo que tenía que saber, le presentó las instalaciones y sobre todo a los
perros que en ellas habitaban y que también eran Policías como los que visten
de azul o de verde.
El primer día fue un mundo
pues era todo sorprendentemente nuevo y ciertamente desconocido que llegó a
amedrentarlo por la responsabilidad que había adquirido pues sabía que
cualquiera de estos canes tenían que estar preparados para todas las
emergencias y según cual especialidad tuvieran serían decisivos ya que llegaban
donde las personas no se acercaban ni por asomo.
Horas y horas de
entrenamiento, de adiestramiento, de convivir los Rufo, Roco, Yania y Porrón
que ha sido el último que se ha incorporado y al cual está más dedicado pues
tiene madera de ser un buen perro Policía como los son los compañeros que
habitan en esta especial comisaría dentro de las instalaciones de la propia
Comisaría.
Ha tenido que reconocer que
después de tantos años de servicio, de ver y conocer más, que ahora se siente
Feliz en su nuevo destino, que ha aprendido a querer y respetar la labor de los
perros policías y de las personas que están a su cargo. Ahora tiene muchos
compañeros del Cuerpo y cuatro muy especiales que son peludos con su chaleco
azul que pone policía y que son también compañeros pero que le tienen un cariño
y una fidelidad que son capaces de entregar sus vidas por defender y realizar
la misión que él le mande en su momento.
Y es que estos compañeros
peludos son verdaderos camaradas...
Hoy es un día triste en esta
Unidad pues Roco se jubila ya que después del último rescate resultó herido y
perdió una patita. Ya no era apto para el servicio y se va con todos los
honores por lo buen policía que ha sido. Hasta le han dado una mención
honorífica mientras se mantenía erguido con orgullo y su cuidador lo miraba
sujetando la cadena con una mezcla de admiración, orgullo y honda emoción.
Le hubiera encantado
llevárselo a casa pero es que ya tiene a dos que se jubilaron antes por lo que
ha decidido acudir a esa asociación que se encarga de buscar apadrinamiento de
los perros de la Policía, de la Guardia Civil, de las Fuerzas Armadas, que ya
se han jubilado y que siempre encuentran la persona y la Familia adecuada para
todos ellos. Se llaman “Héroes de 4 Patas” porque tratan con esos héroes peludos
que se han dedicado a servir a España y a todos en su canina vida. Cuatro patas
aunque Roco solo tenga tres pues una la dejó en ese desfiladero donde salvó in
extremis a aquella familia.
Cuando habla con compañeros de
los años que lleva en la Policía, con todo lo que ha tenido que llevar a cabo,
con las misiones y los sitios en los que ha estado, siempre dice que lo mejor
de lo mejor después de su Familia y de hacerse Policía es estar a cargo de esta
Unidad donde sus compañeros no son solo compañeros sino buenos camaradas.
Se va contento porque hoy ha
llegado Felipe que es un cachorro con el que debe empezar, se le ve Policía a
lo lejos aunque tiene una mirada descarada que le hace presuponer que este
también serán un buen guía canino.
Hoy quiero dedicar mi artículo
a todos los que lleváis a cabo vuestra misión en este particular servicio
dentro de la Policía, de la Guardia Civil, de la Policía Local o incluso en las
Fuerzas Armadas porque sois esenciales, porque vuestro trabajo es muy necesario
y vuestra labor tan bonita... Y
especialmente se lo dedico a mi querido amigo y buen Policía como es Manolo
Cortés, sin más...
Feliz fin de semana si nos
dejan en esta bendita España.
Jesús Rodríguez Arias
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