Llevo más de un año escribiendo
todos los viernes sobre el apasionante tema que toca a los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado y más concretamente a la Guardia Civi, Policía Nacional,
Municipal, Vigilantes de Seguridad y miembros de las Fuerzas Armadas. Un año
repleto de información pero sobre todo de vivencias e historias.
Un año habitando en esta “Casa
Cuartel virtual” en los que se convierte mi ventana cuando la tarde hace tiempo
que ha asomado en el viernes.
He “tocado” los distintos servicios
y las misiones que ejecutan la Guardia Civil y la Policía Nacional, todavía me
quedan por dar a conocer muchas de estas, he escrito de esas viejas Casa
Cuarteles cerradas a cal y canto donde tantos vivieron y que llevan prendidas
en su alma como aquel viejo letrero de “Todo por la Patria”, le he escrito una “carta
a un Policía” o también he hecho mención de casos concretos e individuales para
honra, homenaje y emoción de propios y extraños.
Después de haber escrito a modo de
particular homenaje a los Vigilantes de Seguridad que ha cosechado un rotundo éxito de apoyos,
visitas, comentarios y sobre todo el que los hombres y mujeres que desempeñan
tales funciones se han visto públicamente reconocidos en una profesión tan dura
y a la vez incomprendida.
Hoy viernes no me quiero ir muy
lejos pues quiero dedicarle este artículo lleno de sencillez a los miembros de
la Guardia Civil que prestan sus servicios en esa Casa Cuartel que ves allá en
tu pueblo, sea cual sea y esté donde esté.
Sí, se lo quiero dedicar a ese
Guardia Civil joven o mayor que presta su servicio de guardia en la puerta,
atendiendo al público, el que van con el coche por las calles y caminos
perdidos. Sí, a esos que la tecnología, que la tienen y usan, no es lo habitual
en ellos pues cuando traspasas las paredes del Cuartel los ves trabajando con la
misma actitud cercana, hospitalaria, servicial. Puede que tengan un ordenador
frente por frente en vez de la romántica máquina de escribir pero ellos,
nuestros particulares ángeles de verde, son los mismos que siempre.
Son los que charlas con ellos cuando
toman un café en el bar del pueblo cuando han acabado el servicio, los que
están en esos caminos perdidos y con su sola presencia te sientes seguro, son
la Guardia Civil de ayer, hoy y siempre.
Son los padres o padres de los
amigos de nuestros hijos, los que viven en una Casa Cuartel que es en verdad
una Gran Familia, son los que están los primeros si ocurre algo en el pueblo,
los que ayudan en todo, los que conocen a todos.
Siempre nos fijamos en las grandes
capitales, en las grandes ciudades, que son a la vez impersonales y también
frías. Siempre nos detenemos a mirar y admirar lo tecnológicamente avanzado,
los servicios menos conocidos y también importantes, los que se aseguran que
todo esté en orden ante millones de habitantes que tenga la ciudad o área
metropolitana. Pero al Guardia Civil que estoy refiriéndome y también
homenajeando es el que pone cara a toda esta prestigiosa y benemérita
institución. No podemos ni imaginarnos la labor que realizan los miembros de la
Guardia Civil en cada pueblo y alrededores donde se convierten en uno más,
donde son por derecho propio parte implícita de cada localidad.
Sí, hoy abro mi particular ventana
de todos los viernes para rendir mi particular tributo a la Guardia Civil, a
sus miembros, a sus Familias y todos los que los rodean que están presentes en
cualquiera de nuestros pueblos de este terruño llamado España.
Jesús Rodríguez Arias
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