Un nuevo viernes que ya empieza a declinar para
dar paso a lo que es un largo fin de semana, un puente de los de antes, el de
la Inmaculada, donde millones de familias disfrutarán de unos días de asueto,
de visitas esperadas o en algunos se harán kilométricos recorridos para hacer
ese pequeño viaje que siempre guardan para el final.
En todas las carreteras, todos los lugares donde
nos movamos, a Dios gracias, estarán pendiente de que no nos pase nada la
Guardia Civil, la Policía Nacional o Local. Debo reconocer que cuando vamos
camino de nuestro bendito pueblo de Villaluenga del Rosario a nosotros en
particular nos tranquiliza mucho encontrarnos con controles de estos ángeles de
verdes que con su mirada vigilante, su seriedad y profesionalidad nos ofrecen también
una sensación y un estado de honda tranquilidad.
Estamos acostumbrados a ver a los miembros de esta
benemérita institución con sus uniformes verdes, con gorra, boina, tricornio,
casco, en la carretera, calles, campos, montañas, el mar..., pero no nos damos
cuenta que también están en el subsuelo de las ciudades, metidos en los
kilométricos pasillos que se entrelazan en lo que denominamos de forma sencilla
como alcantarillas.
Es la Unidad de Reconocimiento del Subsuelo de la
Guardia Civil y está especialmente concebida, preparada y organizada para la
realización de estudios de seguridad, así como prestación de servicios de
vigilancia, protección y seguridad en las redes subterráneas de los edificios e
instalaciones cuya vigilancia y protección sean responsabilidad de nuestro
glorioso Cuerpo.
Esta misión se desarrolla en los siguientes
cometidos fundamentales: Realizar los reconocimientos preventivos para la
protección y seguridad del subsuelo, confeccionar los informes técnicos
necesarios paraa los sistemas de seguridad integral de los edificios o
instalaciones, apoyar los dispositivos de seguridad que, con carácter temporal,
dispongan otras unidades, efectuar recogida de muestras y confeccionar informes
técnicos entre cualquier incidencia relacionada con el medio de actuación y
prestar auxilio a las personas accidentadas o extraviadas en las redes
subterráneas.
Además confeccionan informes de seguridad,
realizan reconocimientos preventivos y apoyan los diferentes dispositivos de
seguridad que se establezcan.
Leyendo y releyendo sobre esta Unidad tan
característica y tan poco conocida por casi todos he podido vislumbrar, a
grosso modo, lo que puede ser un día normal vigilando el subsuelo de una
ciudad.
Me imagino a los miembros de esta Unidad de Subsuelo
de la Guardia Civil caminando, según qué parte con cierta dificultad, en busca de
artefactos explosivos y rodeados de los asiduos habitantes de ese “otro mundo”
que existe bajo lo que nosotros llamamos suelo: Ratas como conejos, arañas,
ciempiés, cucarachas, montañas de excrementos, ríos de orina, porquería y más
porquería.
Carritos de bebé, escobas y todo esto con una
humedad del 90% con 24 grados de temperatura constante. Todo esto es lo que
abunda a varios metros bajo el suelo, en esa otra enorme ciudad que discurre
por los 3,123 kilómetros de galerías subterráneas con las que cuenta Madrid.
Pero más allá de esta “incomodidades”, los agentes de la Unidad de
Reconocimiento del Subsuelo de la Guardia Civil se enfreta a dos tipos de
peligros principales: Los gases que liberan los organismos que allí coexisten
(Principalmente, el metano) y los explosivos que pueden ser escondidos en este
enjambre de pasillos y que es el objetivo número uno de su labor.
Son las ocho de la mañana y nuestros hombres se
ejercitan deportivamente en el acuartelamiento. Las condiciones para pertenecer
a la unidad son más que exigentes, no es para menos. Hay galerías enormes, en
el Madrid más antiguo, por las que caben carruajes, concebidas como una especie
de pasadizos secretos para reyes. Pero también angostísimas, en la zona de la
castellana, donde hay que pasar de lado, pues apenas cabe una persona.
Las medidas de seguridad no son las de antes.
Cuando los primeros guardias civiles comenzaron a
patrullar las cloacas en 1978 no tenían medios materiales ni formación
específica. Apenas un mono normal de trabajo y mascarillas corrientes. Pero la
escalada de atentados etarras en el País Vasco, con el célebre prólogo del
asesinato en Madrid del entonces presidente del gobierno Luis Carrero Blanco,
en diciembre de 1973, hacían necesaria una especialización en este ámbito.
Hasta 1996 no se creó la unidad como tal, y en 2003 pasó a formar parte de la
Agrupación de Reserva y Seguridad, dependiente de la Dirección Adjunta
Operativa.
Este recorrido en el tiempo y la práctica ha
supuesto una mejora muy considerable de esas medidas de seguridad: Un mono
anticorte e impermeable diseñado por la propia unidad; unas enormes máscaras
antigás por las que no entra ni una brizna de aire contaminado; guantes, casco;
botas especiales; botellas de gas con autonomía suficiente; linternas de 900
lúmenes...
Las galerías más cómodas son las de servicio, pero
bajan a una de saneamiento visitable, más estrechas, insalubres y peligrosas.
Lo primero que llama la atención es el espacio mínimo de los pasillos, nada que
ver con los míticos de “El Tercer hombre”, en Viena: La altura es de 1.60
metros. La sensación de claustrofobia es enorme, pero, curiosamente, la
repugnancia y el mal olor parecen ausentes. Lo segundo, gracias a los filtros
de las máscaras; lo primero... Es inexplicable.
Van caminando por un reguero de inmundicia,
pespunteado de papel higiénico y compresas. Existe peligro de contraer los
virus de la hepatitis, la poliomielitis e incluso el VIH, por lo que estos
agentes están vacunados de los primeros. Un profano podría entrar allí y no
salir jamás, aunque cada esquinazo esté rotulado con el nombre de la calle a la
que corresponde en superficie. “Pero no hay que fiarse, muchas son muy
antiguas”, explican los miembros de esta importante Unidad.
La verdad es que os tengo que confesar que me ha
impresionado mucho la labor que realizan a diario los miembros de la Unidad de
Subsuelo de la Guardia Civil que es puramente vocacional, como todas aunque
esta por sus condiciones particulares me parece que incluso un poco más. No
debe ser fácil “vivir” durante unas horas al día en el submundo del subsuelo
donde hay más peligros de los que nos podemos ni siquiera imaginar, ingratos
compañeros y luz artificial que alumbra algo la inmensa oscuridad que los
rodean amén de esos ruidos que para nosotros serán muy extraños e incluso nos
invitan al desasosiego y que para nuestros guardia civiles es el “pan nuestro
de todos los días”.
“Recorremos dos kilómetros en este laberinto,
donde la presencia de ratas vivas es positiva: Significa que hay oxígeno. Vamos
casi arrastrándonos, con el miedo a que se libere metano a nuestro paso y
saltemos por los aires. Lo hacemos acechados por los desagües de las viviendas,
que de cuando en cuando escupen desechos cada vez que un vecino visita el
baño”.
Todo esto es secundario. En las labores de apoyo a
dispositivos de seguridad, la Unidad de Subsuelo de la Guardia Civil busca
sobre todo artefactos explosivos. Si los hallan, avisan a los artificieros del
Tedax. Algunas de las actuaciones más importantes han consistido en peinar los
lugares que pasó el Papa, hoy Emérito, Benedicto XVI en Madrid y Santiago, las
vacaciones de Michelle Obama y unas de sus hijas en la Costa del Sol, Cumbres de
Jefes de Estado...
“Pasamos por unos rápidos de agua sucia, que
corren a tres metros por segundo a medio palmo de nuestros pies. Hay que tener
mucho cuidado con no caer, puesto que tendría el efecto de una riada. Pasan las
dos de la tarde y la misión está cumplida.
Mañana será otra búsqueda en la siniestra ciudad
que se esconde bajo la piel de la otra ciudad”.
Sí, en estos días en los que disfrutaremos de un
largo puente seguro que nos encontramos con miembros de la Guardia Civil en
muchos de los puntos donde vayamos, los veremos firmes, valientes, honorables
vestidos con su característico uniforme color verde y a lo mejor nos paran o
nos dicen que pasemos, que sigamos conduciendo aunque con la sensación de estar
seguros y protegidos.
Sí, también en estos días en el mundo que hay bajo
nuestros pies también estarán nuestros guardias civiles pero a esos no se les
ve sino que sabemos que están y es lo importante.
Quiero con este artículo, con esta línea de
artículos, dar a conocer la grandiosidad de un Cuerpo como el de la Guardia
Civil, los servicios que presta, la labor que tiene encomendada pues siempre lo
asociamos en carretera ya sea en moto o en coche pero ofrecen sus servicios
especializados en otros ámbitos que son igual de importantes, necesarios.
Con mi admiración, respeto y gratitud por la labor
que a diario realiza la GUARDIA CIVIL me despido hasta la próxima semana en la
que volveré, si Dios así lo quiere, abrir mi ventana que, por qué no decirlo,
es la vuestra.
Que el Cristo de la Serenidad y la Virgen del
Pilar os bendigan y guarden junto a un fraternal abrazo.
¡¡VIVA LA GUARDIA CIVIL!! ¡¡VIVA EL REY!! ¡¡VIVA
ESPAÑA!!
Jesús Rodríguez Arias
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