domingo, 27 de marzo de 2022

Europa, la guerra, y la izquierda caviar; por José María Bohórquez

 



Culmen a siglos de guerras territoriales, ideológicas o de religión que convirtieron Europa en un cruento campo de batalla, el fascismo y el comunismo encarnados en Hitler y Stalin llevaron al exterminio a decenas de millones de personas en tiempo récord. Desde el Holocausto judío, al olvidado  Holodomor ucraniano.

Europa, devastada tras la segunda guerra mundial necesitaba arbitrar un mecanismo que impidiese que el horror se repitiera. En mayo de 1.950 el ministro francés de asuntos exteriores Robert Shumann, hizo un llamamiento a Alemania Occidental y a los países europeos que lo deseasen para que sometieran bajo una única autoridad común el manejo de sus respectivas producciones de acero y carbón. El hecho consistía en que al someter las dos producciones indispensables de la industria armamentística a una única autoridad, los países que participaran en esta organización encontrarían gran dificultad en caso de querer iniciar una guerra. Conocida como la Declaración Shumann, este discurso sentaba las bases de la Unión Europea. Ante el temor de que pudieran darse las mismas condiciones que se dieron para Alemania en el periodo de entreguerras (1.919-1939), el Plan Marshall había propiciado el "milagro alemán", convirtiendo al país  que provocó dos Guerras Mundiales en locomotora económica. Según Churchill " la democracia es el peor sistema de gobierno, excepción hecha de todos los demás conocidos". Un sistema basado en la libertad individual, el libre comercio y la solidaridad entre sus miembros nos catapultó en lo económico, permitiéndonos alcanzar unos niveles de bienestar desconocidos. Se había recuperado  el espíritu de la Europa ilustrada del siglo XVIII "libertad, igualdad y fraternidad ".

Pero el mundo es dual y todo tiene su contrario.

Frente a la justicia el terror, frente a la prosperidad la miseria... El "telón de acero" marcó el terreno ideológico, y los arsenales nucleares propiciaron la paz basada en el miedo. La Guerra Fría acabó con la caída del Muro de Berlín. La mejor arma de Occidente, la Libertad, había terminado dándole la victoria. Un nuevo escenario se abría desde Europa al mundo.

El fracaso de la Perestroika de reorganizar el sistema socialista para poder reformarlo, acabó con el cese forzoso de Gorbachov y su política de apertura, " la glasnost". La consecuencia inmediata fue la disolución de la URSS como estado soberano. 

Ochenta años después, "la dictadura del proletariado" , basada en la propaganda, la corrupción y el terror, además de infringir un sufrimiento atroz a cientos de millones de personas, acabó en la ruina económica de todos los que se vieron obligados a padecerla, constatando por la vía de los hechos su fracaso. La historia demostraba que el marxismo-lenninismo como sistema político totalitario, era un sistema perverso, algo que en España muchos están en proceso de entender.

Los países que habían orbitado en torno a Moscú desde el final de la Segunda Guerra Mundial, escarmentados, uno tras otro se fueron alineando con el mundo libre.

En la nueva Rusia apareció Yeltsin. Se dio de baja en el Partido y desafió el intento de golpe comunista de agosto de 1.991, ganando las elecciones y presentándose al mundo como un demócrata reformador.

Tras diez años en el poder, su alcoholismo, la corrupción generalizada, las guerras chechenas y gravísimos problemas sociales hizo que en 1.999 entregara por sorpresa la presidencia al oscuro servidor que con métodos propios de la mafia stalinista había hecho posible que se mantuviese en el poder, y ahora le garantizaba un retiro dorado. Su nombre Vladimir Putin. La antigua KGB asumía el poder político en la nueva Rusia. Frío y calculador, formado como espía en los servicios secretos soviéticos, medio Occidente se dejó engañar, dinamitando finalmente la esperanza de convertir Rusia en una democracia liberal. Recurriendo a prácticas aprendidas, utilizó desde el chantaje al asesinato para hacerse en breve tiempo con todos los resortes del poder. Una mafia proveniente muchos de ellos de la antigua KGB, comenzaron a controlar bajo su protección política  los enormes recursos naturales del mayor país del mundo. Los llamados oligarcas se convierten así en la versión 2.0 de la antigua nomenclatura soviética. Enriquecidos hasta la indecencia, como brazo económico y financiero del nuevo sátrapa, unos pocos cientos controlan el noventa por ciento de la riqueza del país.

Alemania se centró en la reunificación de la antigua RDA. Arrastrada por un peso culpable y el recelo de Francia y Reino Unido, había fiado su defensa a los EEUU a través de la OTAN. El resto de países europeos siguió el mismo camino. Centrados en la prosperidad económica, cometimos el grave error de pensar que la libertad se defiende sola. En España, el hoy presidente del gobierno, con el cinismo como arma política, en una entrevista en el diaro El Mundo dijo lo siguiente,  "falta más presupuesto contra la pobreza, la violencia de género ...y sobra el Ministerio de Defensa". La invasión de Ucrania con la amenaza nada velada de  provocar una tercera guerra mundial devastadora, ha supuesto una monumental caída de guindo en los verdes países europeos, rehenes del gas y el arsenal nuclear ruso. Hoy todos se apresuran en aumentar los olvidados presupuestos de defensa, mientras ven en la pantalla del móvil de última generación las katiuskas vomitando fuego sobre las ciudades ucranianas, y reciben en sus fronteras a tres millones de mujeres y niños aterrorizados, que no piden pan sino armas que enviar a sus maridos, hijos, padres y hermanos que defienden su patria y nuestra libertad con el cuchillo entre los dientes. Una vez más, Europa mira con ojos suplicantes al otro lado del Atlántico, porque aquí las castañas en el fuego pasan, eso, del castaño, al oscuro de la boca de los fusiles, y andamos con los pantalones haciéndonos trabas en los tobillos. ¿ OTAN no ? ¿ bases fuera ? La izquierda caviar europea intenta ahora convertir el agua en vino, pero los milagros están reservados a la divinidad, y la careta de la demagogia se les cae a chorros como cera derretida. La sangre sobre la nieve de Ucrania debería hacerles entender lo que significa defender la patria, ¿ o es matria? como afirma la "miembra" más valorada del gobierno.

Abochorna pensar que mientras unos mueren por la libertad y el bienestar de sus hijos y de todos nosotros sin apenas medios, aquí destinamos hace unos días, la friolera de veinte mil millones de euros a la lucha contra el heteropatriarcado.

Creo que o cambian mucho las cosas, y está en nuestras manos que así ocurra, o esta guerra la tenemos perdida.


José María Bohórquez


martes, 22 de febrero de 2022

Doce minutos; por José María Bohórquez

 


Su mirada destilaba un odio infinito. Hundido en su mullido escaño azul se fue haciendo  pequeño, nimio, insignificante... Sus ojos inyectados en sangre impedían su total disipación. Se había ido esfumando como una pequeña nube bajo un cielo azul y luminoso. Doce minutos, los más brillantes del parlamentarismo español del último cuarto de siglo habían bastado para arruinar su carrera política. Seguiría como vicepresidente segundo del Gobierno hasta su entierro definitivo en las autonómicas madrileñas, pero el veintisiete de mayo de 2.020 el rejón era de muerte. Inteligente y mordaz, Cayetana Álvarez de Toledo le obligó a mirar su propio retrato. Como hiciera O. Wilde con Dorian Gray, en él se desvelaba con nitidez su zafiedad, su torpeza, su dogmatismo, y su maldad.

En un casi desierto parlamento García Egea aplaudía sin entusiasmo, incluso con desazón. La mediocridad soporta mal la brillantez del subordinado. De la mano de Casado la ambición desmedida y la estupidez se habían sentado en la Secretaría General.

La Teodocracia descabezó a Cayetana sin pudor, pero el destino, caprichoso, le regaló un clon en la Comunidad de Madrid. La nueva estrella venía respaldada por la mejor gestión de la pandemia en Europa y arrasó en las urnas. Fervor popular. Algo insoportable para la envidia insidiosa. Como la vereda acaba pero el tonto sigue, en un erre que erre preñado de malas artes, Caín, la acabó liando y dinamitó el partido.

Rilke nos regaló una frase muy apropiada para el centro derecha en los tiempos que corren, " convierte tu muro en un peldaño".

Osea, dimisión de la cúpula, gestora, congreso extraordinario y renovación total.

Nuevos líderes formados, inteligentes, honrados, valientes y con carisma. Políticos "deseables" que ilusionen con un mensaje liberal, claro y optimista. Con  coraje y habilidad para colocar a la chusma que hoy nos gobierna delante de su propio retrato.

España necesita otros doce minutos. Manos a la obra y que Dios reparta suerte. Falta hace.

José María Bohórquez


domingo, 20 de febrero de 2022

El Caudillo y la Política; por José María Bohórquez




La consideración de la vida como un continuo devenir aboca nuestra naturaleza a ser mudable y cambiante. Eso nos trajo hasta aquí. Lo fijo y monolítico nos condena a la ignorancia, madre de todos los males según Sócrates. El genial cosmólogo británico Stephen Hawking nos habló además de la imperfección del mundo, e incluso probó que sin ella ni usted ni yo existiríamos. Esta verdad universal tiene una excepción inexplicable, el caudillo político. La hoguera de las vanidades donde el partido y su ideario, ya encarnado en líder, ha alcanzado el nirvana, siendo poseedor de la verdad absoluta, de la fija y monolítica perfección que no existe. Instalado en el poder se cree en el derecho a perpetuarse. Pero  realidad y deseo no conjugan bien para el caudillo que vive una realidad democrática liberal. Así que como el aceite en el agua, la "imperfección" acaba flotando. El caudillo henchido de vanidad no lo acepta, y se ve obligado a mentir sin pudor y de corrido. Nosotros, aquí, contemplamos con cara de oveja al ególatra tomando cuerpo; algunos, en la esperanza de que también acabe tomando las propiedades mecánicas del globo que no deja de aumentar.

Se atribuye a Aristóteles esa frase tan manoseada de, " la política es el arte de lo posible". Yo me voy a quedar con la de Nicolás Maquiavelo, que tenía más mala leche y nos coge dieciocho siglos más cerca, "la política es el arte de el engaño".

José María Bohórquez


domingo, 13 de febrero de 2022

"El bueno, el feo y el malo"; por José María Bohórquez

 





Clint Eastwood, Lee Van Cliff y Eli Walach, protagonizan en la última escena de la última película de Sergio Leóne un peculiar duelo a tres bandas. Bajo un sol abrasador y de la puntillosa música de Morricone, una atmósfera densa envuelve la tensa espera de miradas torvas y penetrantes. Calculan distancias y anticipan movimientos del contrario hacia la pistolera. Audacia, rapidez, precisión. En el desolado cementerio, Una ataud con doscientos mil dólares en el interior es el premio. El maldito parné. Ése que por su culpita perdió el querer el gitano de la copla. Parné y poder, o su versión política posmoderna, el poder para el parné, que es lo mismito que decir de Camp David al campo de golf, de la Dacha de lujo presidencial a la cacería del oso, o de la Moncloa al Falcon. Aunque este último no tiene vela en el entierro por venir. 

Los papeles están asignados en este duelo al sol sobre la nieve de Ucrania. Elijan al malo y al bueno. Al feo ya se lo elijo yo, el Chino.

Ah..., y preparen el parné

José María Bohórquez