Toc, toc,… ¡Hola, soy Ardi!
¿Me recuerdas?
En verdad, en verdad, nunca os
he hablado y ese ha sido mi mayor error porque todo lo que conocéis de mí es
por ese ex-pretendiente tan pesado que es el yerno querido de aquél policía
montada del Canadá que se ventilara a mi madre en su mocedad, a mi augusto
padre Don Ardillón, que no tiene mucha suerte en el amor, a mi madre Ardillona
que si no fuera porque salí de semejante sitio dudaría de su maternidad por lo
mala pécora que es, por mi hermano Ardillete que compone jirjol a su manera,
por mi hermano Ardillesco que todavía anda en babia embobado con la tal Encarna
que ya ni se sabe cuantas veces lo plantado sin decirle ni mú.
También han hablado por mí
Ardicándidez, mi hermana, que ha querido ser amiga de Gema y al final lo ha
conseguido: Ser amiga invisible.
Hasta el Maestro Lechuza
vendió la exclusiva de mi boda con Oso Hormiguero por un puesto en el Nido del
Cuco en la Paris France. Han dicho algo Adela, amiga de la mujer del yerno
querido, Manel, amigo del yerno querido, y hasta Borriquete que fue novio de la
Ardillona de mi mare. Los únicos que nunca me han nombrado ha sido la tal
Hetepheres y la tal Chari que para ellas no he existido y no sabéis cuanto se
lo agradezco porque el que llaman Sheriff, el que llaman Sheriff, eso es harina
de otro costal porque ese “malandrín” fue en sus años mozos el policía montada
del Canadá que conoció a mi madre Ardillona, que era pura y moza, en aquél
lugar y que después la dejó plantá para irse en un barco de nombre extranjero…
Lo que no sabe nadie, yo era
inocente hasta hace poco, pura no que estoy casada aunque mi oso es esméril
amén de otra disfunción. Sí, mi madre me dijo que se tuvo que ir del Canadá
porque estaba preñada de mí, que su abuela Ardimayor la puso de patitas en la
calle porque había deshonrado la memoria y eso que ella a esa edad no se
acordaba de nada.
Se fue en otro barco de nombre
extranjero, conoció a mi padre Ardillón que según dice era tan pusilánime como
ahora y que no le levantaba ni la levita ni la gorra. Mi padre en verdad es que
no le gustan las hembras, no le ponen como dicen ahora, y en muchas noches lo
he oído cantar a lo Juanita Pico con su traje de cola mientras meneaba la
ídem. Ardillón nunca tendrá una relación
seria con una jembra porque él piensa que también lo es aunque ahora con esto
del género está más triste que un gato de escayola en una fábrica de mostachos
a domicilio.
Se casaron los dos que en
verdad estaban muy embarazados por lo embarazoso de la situación. Él durmió con
pierrot, que actúo haciendo cuchufletas en la fiesta, y mi madre descanso
tranquila mientras Gañán, el chuloardillas, le metía mano por encima del salto
de cama.
Después de un embarazo con
vómitos y mareos nació la ardilla más mona, más pizpireta, graciosa, escamondá,
chuflona, con age, con grande cráneo en cuerpo shico y que desde sus primeros
tiempos de siempre peinó ricitos.
En una de las pocas
conversaciones recientes que he tenido con mi madre me confesó que yo Ardi era
la vástaga de aquél policía montada del Canadá, que lucía botas altas, pantalones
bombachos, casaca roja, sombrero de fieltro al que le sobresalían unos risueños
ricitos, que tenía una pistola y mejor pistolón. Que su pasión derritió un
iglús y allí empezó y acabó tó…
Llorando me fui a ver a mi
padre Ardillón para contarle la maldad que me había contado mi madre Ardillona
y él muy serio mientras se quitaba los tacones que lo ensalzaban cada vez que
podía me dijo serio: Querida Ardi, no soy tu padre, ninguno de tus hermanos son
hijos míos porque soy esméril y además tengo una relación con el Maestro
Lechuza, ese que clase tántricas te dio y ahora vive en el Nido del Cuco de
Paris la France.
Lloré desconsolada, me sentía
herida, engañada, ofendida, insultada, zaherida, matratada, mi padre no era mi
padre sino que sigue al lechuza vieja y mi madre es una mala cosa que por put…,
empieza.
He decidido cambiar de vida,
no puedo soportarlo, me he divorciado por infidelidad manifiesta porque he
cogido a Oso Hormiguero trajinándose a Lady Coliflor, que fue su amor primero,
me ha dicho que lo olvide, que ella es coliflor marchita, que me vaya para casa
que todavía tiene que terminar la faenita…
Le he sacado la casa, el
caserío, la hacienda, y millones para vivir como una reina.
Ahora que soy libre puedo
decir que voy a buscar a mi padre…
Ya sé como hacerlo, pondré
carita de inocente, no me pelaré para tener los rizos con nervios, y llegaré a
su casa y cuando pregunten por el telefonillo diré: El cartero porque si digo
otra cosa son capaces de dejarme en los suelos. He observado como paseaba con
un ser angelical que llevaba un rebecón y le decía guau cuando quería defecar.
Lleva un sombrero verde de fieltro, como el Sheriff, que es, tiene tipo
pinturero, me miro y me reconozco.
Lo dejo entrar en casa y
cierra el portón, entonces me acerco presta y en vez de tocar el timbre lo hago
con mis vaporosos y peludos nudillos: ¡Toc, Toc! , el corazón se me sale por
las fosas nasales, que nervios, no escucho nada, pisadas, trac del cerrojo
abierto, me mira, lo miro, le digo con ojitos de inocencia a más no poder:
¡Soy Ardi! ¿Me recuerdas?
Ya os contaré, ya os contaré,
como ha salido todo…
Jesús Rodríguez Arias
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