sábado, 26 de agosto de 2017

ANTES DE NATACHA FUE NICANOR: + ROPASUELTAS.




Natacha en verdad se llamaba Nicanor antes de que descubriera la verdad de la realidad del género. Nicanor entraba en todos los cánones establecidos de lo que se llama “heteropatriarcado”.

Casado por dos veces pues siempre fue muy “picha brava” tuvo en total 7 hijos de los cuales 4 eran féminas. Perito Mercantil tenía un despacho en el centro de la ciudad donde residían que les otorgaba a él y sus familias pingües beneficios pero sobre todo a él.

Socio desde chiquillo del Atlético Bombazo que ahora estaba disputando por vez enésima su ascenso a regional aparte del que había sido su presidente durante más de 12 años dejándolo al borde del abismo económico pues Nicanor en persona se llevaba las cuentas.

Su augusto padre que en paz descanse en su casita de verano fue un acendrado líder del Movimiento, franquista hasta la médula, y en el salón de su casa se podían ver dos bustos artisticamente tallados: El suyo y el del “Generalísimo” que así lo llamaba después de cantar cara al sol la última de George Dan.

Don Eustaquio de la Vieja Flelcha contaba ahora con 98 de nada y todavía se vestía solo o acompañado de su ayuda de cámara Florián que tenía dos años menos que el señor.

Nicanor, que se cambió de apellido con la llegada de ZP al gobierno, pasó a llamarse Nicanor A Secas.

Aunque estuvo tonteando con los centristas del lugar al final ingresó en la corriente sanchista del “soe” que después afianzaría su poder con la llegada de Pedro a Ferraz. Fue elegido concejal en la oposición y gracias a una oportuna moción con los ropasueltas del lugar y con un concejal comprado que no adscrito le dio la oportunidad de convertirse en el primer alcalde de izquierdas de su pueblo.

Cuando fue a decírselo a Don Eustaquio que estaba pasando un poco de brillo a la calva de Franco este le espetó con la firmeza que le era propia: ¿Alcalde? ¿De izquierdas? Nicanor, ya no eres mi hijo, para ti he muerto aunque no para el mundo y lo echó de allí pues había llamado a voz en grito a Guardia Mora que así se llamaba el mastín que protegía la casa de rojos, vagos y maleantes.

Nicanor se fue apenado, porque él no se entristecía ya que era muy hortera, a su despacho donde reservó mesa en Casa Florián que es restaurante de cinco tenedores y tres cucharas donde el cubierto vale como una cubertería de plata entera. Allí entre bogavante, ya sabemos que el marisco es muy de izquierdas, y una buena botella de Vega Sicilia ahogó sus penas por menos de 3.600 eurillos de nada que fue cargado como gasto de representación.

Elegido posteriormente como vicepresidente de la FEMP tuvo mucho trato de poder con los que lo ostentaban. Una pena que se quedara nada más que a 28.548  votos de conseguir su escaño en el congreso de los diputados pero según dijo fue lo mejor para él porque su partido vivió esos tiempos convulsos en los que los arcaicos de siempre defenestraron a Pedrito por intentar amañar una Federal. ¿Esto es democracia? ¡Qué aquí se hace lo que salen de mis laicos huevos! ¡Eso es democracia!

Nicanor al frente de su alcaldía hacía todos los días una patochada que era muy criticada por propios y extraños mientras su padre Don Eustaquio pensaba con Calixto, farmacéutico ya retirado que había pertenecido a la División Azul, como propinar una patada en el culo a aquél indeseable que dice ser su hijo y que ponía tan en seria duda si no fuera porque su Tea era una mujer buenísima cuando estaba lejos.

Un día llegaron al pueblo de la mano de los ropasueltas los del orgullo y firmaron un convenio de “cojones” para ellos y un verdadero despilfarro para el pueblo.

A partir de entonces ondearía junto al pendón la de Cuzco, se rotularían varias calles con nombres para estar “orgullosos” siendo lo peor la avenida de Don Sixto, que fue el primer alcalde de aquél pueblo en 1736 que pasó a denominarse “Chueca la Chueca” porque Nicanor pensaba que Chueca era un nombre propio de eso del “orgullo”. Se quitó la estatua de Roselino el pintor para poner un oso, un madroño y un gachó cogido del rabo.

El tener tanto “contacto” hizo que Nicanor se replanteara muchas cosas e incluso su sexualidad porque hacía tiempo que dejó de hacerlo con Carísima, su actual pareja, porque no le ponía nada de nada.

En cambio se fijaba en otras cosas pues él, Nicanor, también poco a poco se veía más “femenina” y como era un gran defensor de la ley de género que debería instaurarse en cada lugar si hace falta por la fuerza un día se coló en el ayuntamiento con falditas de cuadro rojos con peto, una camisita de organdí blanca, su media melena progre cogida con dos moñas y una “mochi” en vez del maletín donde todos los días llevaba el bocadillo.

Rómula, la secretaria, le entró el hipo y pidió la baja indefinida por problemas traumáticos, el chófer oficial cambió de oficio y se fue con su tío Perico a la granja a cuidar gallinas que no pollas que para eso ya estaba el alcalde...

Nicanor no se atrevió ir a ver a su padre porque este le hubiera cortado los huevos antes de tiempo sin anestesia ni nada.

Lo que si hizo fue ir al registro civil para cambiarse el nombre por el de Natacha que a partir de entonces sería la alcaldesa.

Lo que pensaba el pueblo no se puede reflejar aquí pero si lo hicieron en las urnas donde el partido de Natacha consiguió cinco votos cuando la lista completa superaba los 18. El partido más votado fue la coalición por la libertad con 11 de los 11 concejales dejando al actual gobierno sin representación alguna.

Natacha estaba él muy compungida y no sabía como tirar para adelante sin el sabroso sueldo del erario público. Su despacho, después del cambio de género, también lo hubo de cerrar pues no entraba ni ellos ni ellas y de la herencia de su augusto padre se tenía que olvidar porque Don Eustaquio lo había desheredado y había reconocido a Juliancito como su hijo póstumo dejándole todas las tierras y la cuantiosa cuenta en el banco que para nada era corriente.

Sus vástagos le dieron la espalda pues él se la había dado antes y allí quedó más solo que la una y media pues hasta los del “orgullo” lo abandonaron cuando él lo hizo de la poltrona municipal.

Pero no se arrepentía de su cambio de género que no de sexo pues a su “bartolín” no se lo tocaba nadie más que él.

Natacha en verdad era fea con ganas pues Nicanor ya lo era pues es bien sabido que ha sacado la cara de su bisabuelo Vicentino que era bizco de las dos orejas.

Tuvo un par de relaciones no especificadas y como era minoría enseguida empatizó con los moros que son muy moderados para las cosas del género y con los yerbajos que se comían lo plantado.

Ella/él decía que este país no había avanzado lo suficiente pues no respetar a los moros que son tan respetuosos con las mujeres y los que como ella/él eran. Esto es propio de una sociedad heteropatriarcal subyugada a sus raíces cristianas. Hay que ser laicista si es contra los cristianos porque los moros hay que respetarlos al igual que los pobres yerbajos que son arrancados con ese símbolo tan de izquierdas como es la hoz.

En el pueblo de al lado que era muy progre le dieron un programita de radio que se llamaba “Del mostacho al penacho” y allí hablaba de sus cosas, de lo que le dolía despegarse del sitio las compresas pues aunque él o ella no tenía regla eso no significaba nada.

Un día que estaba entrevistado al camarada jipi marijuana, seguro que llevada por los efluvios de los porros que se tomaron a dos manos, que se puso muy seria y dijo en público y en directo que “hasta que no se respetaran a los moros y los yerbajos” ella no tendría sexo..., ni con hombres, ni con mujer, ni con ninguna clase de género. Que su “bartolín” estaba muy bien guardado bajo el pegamento de la comprensa.

Gran revuelo “internacional” pues tuvo llamadas hasta del extranjero para ofrecerle algún que otro disolvente que dejara libre la huevera.

Un día que estaba muy molesta por todo el canchodeito que se había montado de su declaración de intenciones sonó el teléfono. Él o ella creyendo que era algún guarro que le proponía relaciones afectivas-sexuales que según dicen gustan a todos y todas, lo cogió y dijo con mimoso grito: ¡Qué no joé, que a mi nadie me coge el “bartolín” mientras no respetéis a los respetuosos moros y a los yerbajos que se comen la cosecha inquisidora!

(Silencio)

Soy Pablo Manuel, que quería ofrecerte un puesto junto a Yaya Cármena en el ayuntamiento, que eres un ejemplo para todos y todas, para los madroños y madroñas, para los osos y las osas, para los beodos y las beodas...

Soy Pablo Manuel, ropasuelta a mucha honra, que vivo del carajo diciendo lo que me sale de la chota...

Soy Pablo Manuel..., ¿Oyé, estás ahí Natacha?

Pi,pi,pi,pi, pi...

Natacha había cortado la comunicación enfurecida o enfurecido sin haber escuchado la propuesta ni por supuesto a Pablo Manuel.


Y así se escribió el cuento porque la historia que la escriba otra...

Jesús Rodríguez Arias