Natacha en verdad se llamaba
Nicanor antes de que descubriera la verdad de la realidad del género. Nicanor
entraba en todos los cánones establecidos de lo que se llama
“heteropatriarcado”.
Casado por dos veces pues
siempre fue muy “picha brava” tuvo en total 7 hijos de los cuales 4 eran
féminas. Perito Mercantil tenía un despacho en el centro de la ciudad donde
residían que les otorgaba a él y sus familias pingües beneficios pero sobre
todo a él.
Socio desde chiquillo del
Atlético Bombazo que ahora estaba disputando por vez enésima su ascenso a
regional aparte del que había sido su presidente durante más de 12 años
dejándolo al borde del abismo económico pues Nicanor en persona se llevaba las
cuentas.
Su augusto padre que en paz
descanse en su casita de verano fue un acendrado líder del Movimiento, franquista
hasta la médula, y en el salón de su casa se podían ver dos bustos
artisticamente tallados: El suyo y el del “Generalísimo” que así lo llamaba
después de cantar cara al sol la última de George Dan.
Don Eustaquio de la Vieja
Flelcha contaba ahora con 98 de nada y todavía se vestía solo o acompañado de
su ayuda de cámara Florián que tenía dos años menos que el señor.
Nicanor, que se cambió de
apellido con la llegada de ZP al gobierno, pasó a llamarse Nicanor A Secas.
Aunque estuvo tonteando con los
centristas del lugar al final ingresó en la corriente sanchista del “soe” que
después afianzaría su poder con la llegada de Pedro a Ferraz. Fue elegido
concejal en la oposición y gracias a una oportuna moción con los ropasueltas
del lugar y con un concejal comprado que no adscrito le dio la oportunidad de
convertirse en el primer alcalde de izquierdas de su pueblo.
Cuando fue a decírselo a Don
Eustaquio que estaba pasando un poco de brillo a la calva de Franco este le
espetó con la firmeza que le era propia: ¿Alcalde? ¿De izquierdas? Nicanor, ya
no eres mi hijo, para ti he muerto aunque no para el mundo y lo echó de allí
pues había llamado a voz en grito a Guardia Mora que así se llamaba el mastín
que protegía la casa de rojos, vagos y maleantes.
Nicanor se fue apenado, porque
él no se entristecía ya que era muy hortera, a su despacho donde reservó mesa
en Casa Florián que es restaurante de cinco tenedores y tres cucharas donde el
cubierto vale como una cubertería de plata entera. Allí entre bogavante, ya
sabemos que el marisco es muy de izquierdas, y una buena botella de Vega
Sicilia ahogó sus penas por menos de 3.600 eurillos de nada que fue cargado
como gasto de representación.
Elegido posteriormente como
vicepresidente de la FEMP tuvo mucho trato de poder con los que lo ostentaban.
Una pena que se quedara nada más que a 28.548
votos de conseguir su escaño en el congreso de los diputados pero según
dijo fue lo mejor para él porque su partido vivió esos tiempos convulsos en los
que los arcaicos de siempre defenestraron a Pedrito por intentar amañar una
Federal. ¿Esto es democracia? ¡Qué aquí se hace lo que salen de mis laicos
huevos! ¡Eso es democracia!
Nicanor al frente de su
alcaldía hacía todos los días una patochada que era muy criticada por propios y
extraños mientras su padre Don Eustaquio pensaba con Calixto, farmacéutico ya
retirado que había pertenecido a la División Azul, como propinar una patada en
el culo a aquél indeseable que dice ser su hijo y que ponía tan en seria duda
si no fuera porque su Tea era una mujer buenísima cuando estaba lejos.
Un día llegaron al pueblo de
la mano de los ropasueltas los del orgullo y firmaron un convenio de “cojones”
para ellos y un verdadero despilfarro para el pueblo.
A partir de entonces ondearía
junto al pendón la de Cuzco, se rotularían varias calles con nombres para estar
“orgullosos” siendo lo peor la avenida de Don Sixto, que fue el primer alcalde
de aquél pueblo en 1736 que pasó a denominarse “Chueca la Chueca” porque
Nicanor pensaba que Chueca era un nombre propio de eso del “orgullo”. Se quitó
la estatua de Roselino el pintor para poner un oso, un madroño y un gachó
cogido del rabo.
El tener tanto “contacto” hizo
que Nicanor se replanteara muchas cosas e incluso su sexualidad porque hacía tiempo
que dejó de hacerlo con Carísima, su actual pareja, porque no le ponía nada de
nada.
En cambio se fijaba en otras
cosas pues él, Nicanor, también poco a poco se veía más “femenina” y como era
un gran defensor de la ley de género que debería instaurarse en cada lugar si
hace falta por la fuerza un día se coló en el ayuntamiento con falditas de
cuadro rojos con peto, una camisita de organdí blanca, su media melena progre
cogida con dos moñas y una “mochi” en vez del maletín donde todos los días
llevaba el bocadillo.
Rómula, la secretaria, le
entró el hipo y pidió la baja indefinida por problemas traumáticos, el chófer
oficial cambió de oficio y se fue con su tío Perico a la granja a cuidar
gallinas que no pollas que para eso ya estaba el alcalde...
Nicanor no se atrevió ir a ver
a su padre porque este le hubiera cortado los huevos antes de tiempo sin
anestesia ni nada.
Lo que si hizo fue ir al
registro civil para cambiarse el nombre por el de Natacha que a partir de
entonces sería la alcaldesa.
Lo que pensaba el pueblo no se
puede reflejar aquí pero si lo hicieron en las urnas donde el partido de
Natacha consiguió cinco votos cuando la lista completa superaba los 18. El
partido más votado fue la coalición por la libertad con 11 de los 11 concejales
dejando al actual gobierno sin representación alguna.
Natacha estaba él muy
compungida y no sabía como tirar para adelante sin el sabroso sueldo del erario
público. Su despacho, después del cambio de género, también lo hubo de cerrar
pues no entraba ni ellos ni ellas y de la herencia de su augusto padre se tenía
que olvidar porque Don Eustaquio lo había desheredado y había reconocido a
Juliancito como su hijo póstumo dejándole todas las tierras y la cuantiosa
cuenta en el banco que para nada era corriente.
Sus vástagos le dieron la
espalda pues él se la había dado antes y allí quedó más solo que la una y media
pues hasta los del “orgullo” lo abandonaron cuando él lo hizo de la poltrona
municipal.
Pero no se arrepentía de su
cambio de género que no de sexo pues a su “bartolín” no se lo tocaba nadie más
que él.
Natacha en verdad era fea con
ganas pues Nicanor ya lo era pues es bien sabido que ha sacado la cara de su
bisabuelo Vicentino que era bizco de las dos orejas.
Tuvo un par de relaciones no
especificadas y como era minoría enseguida empatizó con los moros que son muy
moderados para las cosas del género y con los yerbajos que se comían lo
plantado.
Ella/él decía que este país no
había avanzado lo suficiente pues no respetar a los moros que son tan
respetuosos con las mujeres y los que como ella/él eran. Esto es propio de una
sociedad heteropatriarcal subyugada a sus raíces cristianas. Hay que ser
laicista si es contra los cristianos porque los moros hay que respetarlos al
igual que los pobres yerbajos que son arrancados con ese símbolo tan de
izquierdas como es la hoz.
En el pueblo de al lado que
era muy progre le dieron un programita de radio que se llamaba “Del mostacho al
penacho” y allí hablaba de sus cosas, de lo que le dolía despegarse del sitio
las compresas pues aunque él o ella no tenía regla eso no significaba nada.
Un día que estaba entrevistado
al camarada jipi marijuana, seguro que llevada por los efluvios de los porros
que se tomaron a dos manos, que se puso muy seria y dijo en público y en
directo que “hasta que no se respetaran a los moros y los yerbajos” ella no
tendría sexo..., ni con hombres, ni con mujer, ni con ninguna clase de género.
Que su “bartolín” estaba muy bien guardado bajo el pegamento de la comprensa.
Gran revuelo “internacional”
pues tuvo llamadas hasta del extranjero para ofrecerle algún que otro
disolvente que dejara libre la huevera.
Un día que estaba muy molesta
por todo el canchodeito que se había montado de su declaración de intenciones
sonó el teléfono. Él o ella creyendo que era algún guarro que le proponía
relaciones afectivas-sexuales que según dicen gustan a todos y todas, lo cogió
y dijo con mimoso grito: ¡Qué no joé, que a mi nadie me coge el “bartolín”
mientras no respetéis a los respetuosos moros y a los yerbajos que se comen la
cosecha inquisidora!
(Silencio)
Soy Pablo Manuel, que quería
ofrecerte un puesto junto a Yaya Cármena en el ayuntamiento, que eres un
ejemplo para todos y todas, para los madroños y madroñas, para los osos y las
osas, para los beodos y las beodas...
Soy Pablo Manuel, ropasuelta a
mucha honra, que vivo del carajo diciendo lo que me sale de la chota...
Soy Pablo Manuel..., ¿Oyé,
estás ahí Natacha?
Pi,pi,pi,pi, pi...
Natacha había cortado la
comunicación enfurecida o enfurecido sin haber escuchado la propuesta ni por
supuesto a Pablo Manuel.
Y así se escribió el cuento
porque la historia que la escriba otra...
Jesús Rodríguez Arias
Jesús Rodríguez Arias