Cuando veo, miro y ciertamente admiro esos viejos muros
derruidos por el pasar del implacable tiempo, por las inclemencias que han ido
aguantando de forma estoica hasta resquebrajarlos, hasta hacer caer piedra tras
piedra, cuando siento que estos nos observan como el último vestigio, a modo de
fortín, resistiéndose a desaparecer como parte indispensable de la historia de
España, de pueblos, de tantos...
En esos muros caídos cierro los ojos y veo vida, mucha vida,
de todos los que la habitaron e hicieron de los mismos su casa. El lugar donde
prestaban servicio y llegaban para entrar en calor después de horas protegiendo
a los demás en medio de las inclemencias del tiempo.
Escucho en mitad del silencio en el que me hallo las voces de
tantos niños, mujeres, hombres, vecinos, patriotas.
Son los viejos cuarteles de la Guardia Civil donde muchos de
vosotros habéis nacido, crecido en el calor y el color de esos ángeles verdes
que precisamente eran vuestras padres, abuelos…
Olor a guiso, olor a Familia en sentido más fraterno y unido
de la expresión porque en las viejas, y actuales, Casas Cuarteles todos,
viniendo de donde vinieran, se consideraban parte de la Gran Familia de la
Guardia Civil.
Cuantas satisfacciones, cuantas alegrías, cuantas emociones,
cuanta tristeza, cuantas incomprensiones forman el particular “barniz” de esos
muros que se mantienen a duras penas en pie y que no saben si podrán soportar
otro nuevo invierno donde el viento, la nieve, las lluvias formen parte de ese
paisaje al que llevan tantos años acostumbrados.
Somos los españoles ciertamente desagradecidos con nuestra
historia. Gobierno que llega destruye lo anterior con el visto bueno de una
ciudadanía que parece importarle poco todo lo que pase si no salen
especialmente perjudicados.
¿Cuántos monumentos y nombres que formaban parte del
callejero popular han desaparecido porque al gobernante de turno no le gustaba?
El hoy se puede escribir si miramos y nos fijamos en el ayer pues sin los datos
que nos proporciona la historia no podremos construir un futuro fiable para
nuestros hijos. Sin saber de dónde venimos nunca nos podremos explicar
realmente quienes somos.
Puedo imaginar la cantidad de sentimientos que se retienen en
la retina de la memoria y del corazón cada vez que tantos miembros de la
Guardia Civil de todos los tiempos, sus Familias pasan y detienen sus miradas
en esos muros desvencijados donde apenas se aprecia el vestigio de un pasado
que por serlo no es peor ni mejor sino simplemente pasado. Cuantas vivencias y recuerdos
en torno a ese viejo, histórico, y por la desidia de los hombres, decrépito
cuartel.
Algunos todavía mantienen la dignidad a duras penas y
permanecen en pie como entonces, como antaño, aunque ya sin vida, sin calor, ni
color pues eso lo da simplemente cuando se habita.
Los recuerdos que albergan la memoria son postales que se ven
en blanco y negro aunque se recuerdan, se rememoran en color. Me emociona
cuando leo los comentarios de tantos Guardia Civiles, tantos familiares, que
han compartido vivencias y sobre todo sentimientos en torno a un recinto que
sin ellos y los que lo transitaban a diario carecería de calidez, emociones, en
definitiva de vida.
Me imagino esa mirada perdida más allá de los tiempos de ese
viejo Guardia que al divisar los muros heridos con las cicatrices del tiempo se
mantienen en pie resistiéndose a caer, claudicar, a ser vencidos, a enarbolar
la bandera de la definitiva rendición.
No, esos viejos cuarteles son parte de la gloriosa historia
de la insigne y benemérita Institución de la Guardia Civil y por eso no
deberíamos dejarlos caer como si no nos importara absolutamente nada pues
cuando el solar sea una maraña de hierbas, cuando apenas se divisen piedras
dispersas, cuando ya no exista nada, entonces pensaremos que tendríamos que
haber hecho algo, que se ha perdido otra parte más de nuestra propia historia,
que no le damos importancia y valor a lo
nuestro. Parece que todo lo que no redunde en beneficios, en dinero, ni importa
e interesa. ¡Así nos va!
Estamos dirigidos por los “poderes del mundo” que sirven a un
único dios: El dinero. Y si a estos que manejan todos los hilos no le
importamos para nada nosotros, pues a la corta o a la larga nos convertimos en
simples números e instrumentos de su codicia, menos les va a importar nuestra
historia, nuestro patrimonio que forman parte de nuestros propios sentimientos.
No, hoy permitidme que no me fije nada más que en la mirada
perdida en lo más remoto de la memoria de ese viejo y glorioso Guardia Civil
que ha servido y sirve a España constantemente cuando se fija, ve esos nobles
muros desvencijados que se mantienen en pie con total dignidad luchando contra
las inclemencias, el tiempo, para no dejar caer una piedra más porque, por
muchos que quieran ignorarlo, forman parte de nuestra historia.
Con mi admiración y cariño hacia la Guardia Civil donde en
los antiguos carteles rezaba: ¡Todo por la Patria! ¡Y lo cumplen a diario!
Recibid un fraternal abrazo y que el Cristo de la Serenidad y
la Virgen del Pilar os bendigan.
Jesús Rodríguez Arias
Nota: Fotos publicadas en "QUIERO A LA GUARDIA CIVIL" cuyo autor es Juan Antonio López.