¡Se va o mejor dicho se ha ido!
El mayor hito histórico de la Ciudad de San Fernando en estos catorce años de este recién nacido Siglo XXI, el precursor de la riqueza de un municipio que poco a poco va perdiendo todo hasta sus señas de identidad, el conquistador de tantos corazones que se han entregado rendidamente a sus raíles, el "paseador" de tantas posaderas ilustres, ese tren llamado tranvía nos ha dejado huérfanos y como la Lola, que no olvidemos se fue a los puertos, con su marcha La Isla se vuelve a quedar sola.
Los políticos en sus cómodos despachos, los periodistas en sus periódicos, los vecinos en sus vecindades, los empresarios en sus empresas, comercios o restaurantes y los ciclistas en los caminos y carreteras haciendo kilómetros se sienten a la vez henchidos de gusto al haber sido los primeros en disfrutar de las maravillas de este pequeño tren mientras los verdaderos usuarios lo veían pasar haciendo cientos de fotografías que ilustraran tan histórico y memorable momento.
Debo reconocer que durante estos días he escrito de oídas pues no había tenido el inmenso honor de encontrarme con el "hito". Escribía por escribir desde mis sentimientos y opinión totalmente contraria a este proyecto faraónico sacado de la bocamanga de algunos que vieron la idoneidad de sus intereses que no los de San Fernando. Lo vendieron bien pues con el trenecito iba a llegar el progreso que se le negaba, o eso al menos nos hacían creer, a esta bicentenaria ciudad, cuna del constitucionalismo, de la libertad, de la democracia.
¡Falacia pura!
La obra en la calle Real duró una eternidad y se llevó por delante a mucho pequeño empresario, emprendedores, que apostaron por San Fernando y que los gobernantes de aquel entonces se encargaron de llevarle la contraria y los "mataron".
Nos decían que se iban a gastar una millonada y no lo dudo aunque no tanto como se especulaba viendo los resultados que hoy en día se pueden comprobar con solo echar un simple vistazo. Cruzar la calle Real un día normal es una odisea y cuando llueve una auténtica temeridad.
Finalizó la obra y desde la primera apreciación pudimos comprobar como se habían cargado el concepto de "casco histórico" y para colmo instalaron unas farolas propias de paseo marítimo que a lo lejos y a lo cerca parecían unos chupetes y que para colmo dan una iluminación de auténtica pena.
Pasear hoy en día por la principal avenida de la ciudad es algo temerario pues puedes tropezar, torcerte el tobillo, mancharte los pantalones y los zapatos además de hacerlo medio en penumbra si lo haces cuando el sol se ha ocultado más allá de los esteros y las salinas.
Nos decían que íbamos a disfrutar de una calle totalmente peatonal en su completo conjunto cuando es una soberana mentira pues todos los viandantes, los eternos enamorados de esta mítica calle, lo hacen por lo que eran las antiguas aceras ya que por el centro es totalmente intransitable y eso cuando no pasa un coche, una moto o algún ciclista.
Dicen las autoridades autonómicas que antes que arreglar el firme, que no es tan firme, y la solería van hacer un carril bici. Me veo como en Sevilla donde los peatones no tienen derecho a nada pues entre el tranvía y el carril bici los que ordinariamente caminan a pie o lo hacen por el hueco que le dejan o se exponen a un accidente provocado por ellos mismos.
Es lo que les pasa a todos los "progresistas" que prefieren y dan más derecho a las máquinas que a las personas.
Esta mañana, cuando me disponía a desayunar, me encontré de bruces con el famoso tren-tranvía. Estaba cruzando la calle Real, como un día cualquiera, mirando y cuidándome de no tropezar ni torcerme el tobillo, en más de una ocasión me ha sucedido, cuando escuché un estruendo, un ruido molesto y cierto anormal movimiento. Miré a los viandantes y pude comprobar que no pasaba nada y al girar la cabeza pude observar, con cierta incredulidad por mi parte, que un cacharro esperpéntico pintado de verde y blanco, con unos dibujos horteras estaba parado delante del Centro de Congresos. Delante suya dos coches de la Policía Local. Fue demasiada la tentación, me quedé parado observando como dicho artilugio tecnológico se ponía en marcha entre un estruendo unido a un inusual tembleque. El tren empezaba a circular a una velocidad mínima entre un incesante movimiento.
Pude ver y comprobar en su último día de "pruebas" como era este tren, nunca mejor dicho porque lleva la marca renfe, que entre unos y otros nos quieren vender como tranvía.
El político de turno ha informado que el trayecto, cuando funcione si al final lo hace, será de poco más de 24 minutos. El tren que sale de Cádiz con destino Jerez con más de 30 kilómetros tarda menos de 30 minutos.
Hagamos las cuentas y veremos como no nos salen.
En fin, ahora que se nos ha ido el hito histórico del tren-tranvía nos conformaremos con las catetadas que nos ofrecen para revitalizar el centro de la ciudad intentando imponer las americanadas de turno.
Y digo yo, ¿Por qué no celebrar el "Día de Acción de Gracias"? No, eso no se puede hacer porque tienen fundamentos religiosos y esto último hay que erradicarlo de la sociedad y de la vida pública de cualquier modo y manera.
¡Entre unos y otros,hay que joderse!
Jesús Rodríguez Arias