¿Puede haber alguien infeliz al ver que los otros son felices?
Buena pregunta es la que hago y me hago, ¿Verdad?
Pues sí, así es. Hay bastantes personas que son felices cuando ven a otros, los que no les caen bien, felices disfrutando con lo que hacen y en la compañía que les enriquecen en todos los sentidos.
Hace mucho tiempo me dijeron que no escribiera ni dijera lo feliz que era en Villaluenga del Rosario pues había gente "cercana" a mi que ya estaban hartas de escuchar mi exaltación de la felicidad en este bendito pueblo enclavado en lo más alto de la serranía de Cádiz. Algunos ya daban por hecho lo que nunca pensé ni estuvo en lo más recóndito de mis pensamientos, otros decían, comentaban y se reían de mí aunque lo que hacían era exponer sus propias miserias, su propio empozoñamiento.
Mi contestación a los que así pensaban, o piensan, fue: ¡Qué se aguanten! Nada ni nadie puede enturbiar mi felicidad, mis sentimientos, mis querencias y si algunos les molesta lo que escribo lo tienen fácil: ¡Qué no lo lean!
Otros husmean cuando buenos amigos disfrutan de unas merecidas, cortas y placenteras vacaciones alejados del mundanal, vacío y ordinario mundo que en muchas ocasiones nos suele rodear. Critican cualquier cosa que se pueda decir, cualquier imagen que ilustre los momentos de felicidad.
Los que son infelices viendo a los demás que son felices son unos auténticos mediocres que están vacíos y cuya podredumbre va conquistando cada célula de su turbio cuerpo a marchas agigantadas.
Esos sepulcros blanqueados muy bonitos por fuera aunque oscuros y malolientes por dentro no entienden de felicidad propia ni ajena.
El ser o no ser feliz no es cosa de preponderancia social, ni de relaciones importantes, ni de cargos rimbombantes sino de ser íntegros y coherentes en nuestro particular día a día.
Para los que os puedan interesar os debo decir que yo soy inmensamente feliz en todo el sentido de la expresión y me alegro mucho que los demás, cercano o no, lo sean. En eso se diferencian entre las personas con buen corazón y los que están podrido y empiezan a apestar.
¡Sed Felices siempre y no os importe nada más!
Jesús Rodríguez Arias