Nos pasamos la vida buscando la paz que nos de el sosiego suficiente para apreciar un poco más la vida que llevamos a cabo, lo que se llamamos el "día a día". ¡Y no somos capaces de alcanzarla!
¿De verdad que es tan sumamente difícil vivir en paz? ¿Te has llegado a plantear tu vida sin las cosas tan innecesarias que te rodean y que en muchas ocasiones hacen que pierdas el norte hasta llegarte ahogar?
Miramos demasiado el reloj, los miniordenadores que se han convertido nuestros móviles, necesitamos todos los días estar conectados a las redes sociales, que a la postre se han convertido en nuestra mejor compañía, en esta carrera a estar ocupados en el cien por cien del tiempo nos hemos olvidados de los ratos de buena charla alrededor de una copa, la plácida de lectura de un buen libro, la meditación pausada que nos haga reflexionar hacia donde estamos dirigiendo nuestras pisadas o simplemente rezar con el aporte espiritual que tanto beneficia a nuestras cada vez más desgastadas almas.
Soy consciente que para encontrar la paz y la tranquilidad de espíritu no es solo cosa tuya sino sobre todo de Dios aunque nosotros tenemos que estar atentos y aceptar las propuestas que nos hace para alcanzar esa cima tan deseada y anhelada por tantos.
A lo mejor hay que olvidarse de uno mismo y atender más a los demás.
A lo mejor hay que alabar lo que los otros hacen en vez de fijarnos en sus errores y desaciertos.
A lo mejor tenemos que olvidarnos de lo tecnológico y encauzar nuestras vidas hacia lo auténtico, hacia lo imperecedero, hacia lo que no sufre si se produce un "apagón".
A lo mejor debemos cultivar a los amigos dándonos por entero, escuchando lo que nos quieran decir y aportar.
A lo mejor tendremos que atender a nuestros mayores con más esmero y ayudar a las nuevas generaciones a crecer en virtudes y valores tan alejados de lo que hoy quiere imperar en nuestro mundo.
A lo mejor debemos cuidar más a nuestras parejas haciéndoles saber que las amamos, que sin esta persona nuestra vida no sería vida y que sin ella muchas cosas no tendrían sentido.
A lo mejor habría que decir más veces ¡TE QUIERO! y olvidarnos de vergüenzas y rubores que no nos dejan ni dormir.
A lo mejor la felicidad se alcanza leyendo un buen libro, en una sana tertulia con tus seres queridos y que te quieren alrededor de una mesa, de una copa, donde las risas traspasen las paredes de la casa.
A lo mejor radica en dejar lo innecesario y adentrarnos en lo imprescindible, en lo que vale la pena, en lo que nos hace feliz y no lo sabemos o no lo queremos saber.
A lo mejor esa paz la alcanzas rezando ante el Sagrario en la más íntima soledad, meditando en pleno campo donde tu vista se pierde en esas montañas que desaparecen entre las nubes y la niebla o en pleno mar donde el horizonte parece tan cercano que nunca llegas conseguir llegar a él.
A lo mejor Dios te está indicando a cada instante el secreto de la paz y la felicidad en tu vida y no sabes o no quieres oírlo porque te da miedo dar un cambio radical y necesario a tu vida.
A lo mejor es que, en definitiva, ansiamos con todas nuestras fuerzas la paz y la tranquilidad aunque nos da demasiado temor el llegar a conseguirla.
A lo mejor este post te ha ayudado o todo lo contrario.
A lo mejor...
Jesús Rodríguez Arias